lunes, 4 de noviembre de 2019

HABLÉ MUY DESPACIO

Isa subía azarada las escaleras de su casa nueva. Tenía prisa por llegar. En su boca se le apelotonaban unas palabras que tenían prisa por salir. Llamó al timbre. Ni esperó a que su madre terminase de abrir la puerta.
-Mamá, no sabes lo que me ha pasado.
-Claro, hija, si no me lo dices, ¿cómo lo puedo saber?
-Verás. He parado en los columpios de abajo y solo había una niña china. ‘La’ he hablado muy despacio porque no sabía si ella sabía el castellano y me ha preguntado que si me pasaba algo en la boca, que hablaba raro.
-Es para que me entiendas.
-Si yo te entiendo. Soy de Valladolid.
-Pues yo pensaba que eras china.
-Pues no.
No acababa el torrente de la niña.

-Nos hemos reído mucho. Pero espera… que lo mejor fue después. Cuando ya me venía ‘la’ he dicho que si jugaba más veces en esos columpios y me dijo que sí.
                -Pues mañana vuelvo a esta hora.
                -Mañana no estoy, me voy al pueblo, que es el cumpleaños de mi abuelo.
Los ojos de Isa parecían ya platos.
-Mamá, que ‘la’ dije que yo también tenía pueblo, que se llamaba Zabancos, y ¿sabes lo que me dijo? Que ese también era el pueblo de su abuelo. Mamá, que la niña china es del pueblo de los abuelos Teodoro y Martina.
La madre desde el principio intuyó el final de la historia, la circunstancia casual que iba a producir tal impacto en su hija. Esa niña a la que Isa se dirigía hablando con lentitud solo podía ser la hija que Encarna y Fernando habían adoptado tiempo atrás.
Dentro de unos años será difícil que se repita una escena similar. No solo porque se antoja difícil que siga habiendo abuelos en los pueblos, que siga habiendo pueblos; también porque los niños de para entonces serán naturales de sociedades étnicamente más heterogéneas. Habrá quien diga que es el sino de los tiempos. Errará. El movimiento de diferentes grupos humanos es el sino de todos los tiempos. En cada época de una manera, por unas circunstancias y en unas direcciones, pero en todas hubo movimiento, contacto, permeabilidad. El signo de los tiempos, este sí, será que las ciudades serán cada vez más intercambiables entre unas y otras.
El fútbol, cuántas veces lo habré escrito ya, es un tubo de ensayo en el que se producen a pequeña escala todas las reacciones que se dan en la sociedad. Los cambios que se producen en la calle se visualizan en el fútbol. Que Ronaldo Nazario y Maheta Molango fueran ayer los máximos representantes en el palco de sus clubes nos deja un par de muestras de esa evolución. Por un lado, a pesar de las desigualdades de partida, comprobamos que circunstancias que suponían un freno están dejando (espero que irremisiblemente) de serlo. En el palco de Zorrilla se dieron la mano dos mandatarios con sangre negra en las venas. En Leganés y en Eibar serán dos mujeres las que presidan el partido. Las sociedades evolucionan, el fútbol se mimetiza. A veces, incluso, para bien.
Por otro, se ha pasado de estar en manos de los diferentes empresariados locales a que todo forme parte de negocios globales en manos de capitales con sede en cualquier parte del mundo. Las sociedades cambian, el fútbol no permanece al margen. El ‘para bien’ es en este caso mucho más discutible.

Publicado en "El Norte de Castilla" el 04-10-2019

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