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El fenómeno de la erosión afecta también al lenguaje y por
ello existen frases que nos resultan cansinas: expresiones que en algún momento
tuvieron sentido, hicieron gracia y cuajaron pero que, tiempo después, nos
suenan desgastadas.
Otras expresiones, sin embargo, son como el diamante: no hay
manera de que el tiempo las aje de forma que, traídas a cuenta cuando la
ocasión lo requiere, siempre resultan oportunas. Uno de estos dichos es el que
define a los amigos como esas personas que están (también) en los peores
momentos, que aparecen en esas circunstancias en las que ellos no tienen nada
que ganar pero deciden hacer acto de presencia
para compartir la carga.
Pero tal es la dureza de estas últimas frases que con su
punta, también como el diamante, pueden cortar todos los materiales que se le
pongan por delante. Ocurre cuando las utilizamos como dogmas arrojadizos y
juzgamos a través de ellas sin entender bien las circunstancias que
concurrieron para que las cosas sucedieran como sucedieron. Desde luego, si
actuase con esa ligereza, Jordi Masip hubiera podido presentar anoche esta foto
en casa.
-Solo, me dejaron completamente solo y vendido.
El Leganés, hasta tres de sus jugadores, mientras el balón
esperaba remitente y destino, acechaba la portería pucelana sin que ningún
defensor se diera por aludido. La superioridad visual es tanta que transmite la
sensación de vacío, de vértigo, de caminar por ese mismo alambre por el que se
deslizan los porteros.
Mal haría el bueno de Jordi en acudir a aquella definición
de amigo para lamentarse de que le dejaron solo ante todos los peligros. Sus
amigos no han dejado de serlo ni se han apartado un poco de esa filosofía que
les lleva a morir por el compañero que tienen al lado. Eso sí, aun pretendiendo
otra cosa, hay días que nada sale, que todo se tuerce, que cuando intentas llegar
a donde crees que debes acudir se te requiere para estar presente en otro sitio
diferente al que tampoco llegarás a tiempo. El Pucela últimamente anda en esas.
Nada que no fuera previsible, lo sorprendente no es encadenar derrotas sino
anudar cuatro victorias consecutivas. De ellas, como la hormiga, se puede vivir
un invierno, pero si este se alarga…
La foto del partido de ayer señala a todos precisamente por
no aparecer ninguno. Señala incluso a Masip, tantas veces héroe, que se
despistó cual cigarra danzarina para poner fin al intento de remontada.
Para crecer no cabe la excusa, la
justificación vana. Simplemente que lo que era una fortaleza, el
desconocimiento de los rivales sobre este Real Valladolid, ya no lo es. Toca
dar una vuelta al estilo para que, siendo un poco distintos, parezcan lo mismo.
Y sigan todos apareciendo (también) en las duras.
Publicado en "El Norte de Castilla" el 02-12-2018
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