El debate acerca de la pertinencia de rezar en un
polideportivo -en cualquier espacio público- carece ‘per se’ de sentido. Las
refinadas mociones presentadas con este supuesto fin en realidad recogen una
indeleble voluntad de trazar un rayajo disgregador, una línea fronteriza que
delimite para separar un ‘ellos’ ajeno, lejano, inmiscible, de un ‘nosotros’
usufructuario, homogéneo, eterno, depositario de un legado inalienable.
Plantear como réplica que el rezo musulmán en la calle se puede identificar con
las procesiones católicas de Semana Santa, amparándose en el precepto
constitucional estipulado en su artículo decimocuarto resumido por Víctor Manuel
en ‘Esto no es una canción’ con el ‘Aquí cabemos todos o no cabe ni Dios’,
lejos de ruborizar a los interpelados, contribuye a delimitar el trazo
pretendido, a ahondar en la divergencia anhelada, a facilitar el subterfugio
preciso.
La efectividad del reclamo de la ‘identidad’ como
elemento aglutinador de ese ‘nosotros’, que por exclusión dibuja el ‘ellos’, se
sustenta en un ardid: la pretensión de sostener el término con las patas de
unas nociones ya superadas; la aprehensión de tal ‘identidad’ como un conjunto estanco,
un territorio hostil a la divergencia producida en su interior, enemigo de lo
considerado inferior que llega de fuera.
La ‘identidad’ actualizada, por el contrario, agranda su valor cuando se
refuerza con el aprecio y la estima al resto de identidades con las que interactúa.
La propia ‘identidad’, de hecho, evoluciona, sobrepasa -también por contacto-
los límites prefijados. La cultura, la tradición, vulnerables a los aconteceres
(pregunten a Joaquín Díaz) muda, camina siguiendo un rastro, no se detiene.
La ‘identidad’ carente de dinamismo, entendida
como una fotografía, se transforma en el recurso de determinados poderes para
delimitar una clase -en realidad una subclase dentro de una clase- indeseable, para
dividir, para domesticar.
Este concepto perezoso de ‘identidad’ visualiza
conjuntos heterogéneos, diversos en sí mismos, como una masa uniforme, como si
entre su ‘ellos’ -los musulmanes en este caso- no hubiera diferencias. Las hay,
y la construcción de conjuntos impermeables alientan a los que, del otro lado,
aparecen en la imagen especular, a los que podrían ser su parte identificable.
Publicado en El Norte de Castilla el 12-08-2025