España muere de
exceso de presente. Ha mudado de -si alguna vez lo fue- un proyecto con sus
variables, sus aspiraciones diversas, sus resquemores, pesadumbres o
desasosiegos, a un cúmulo de zanjas que separa cualquier territorio en dos, limita
cualquier debate a sucesiones de diatribas que extirpan los matices, restringe
al blanco o negro toda gama de colores. Ha dejado de ser más o menos múltiple
para advenirse en dos: la una y las demás. Dos que en esta coyuntura aglutinan
por resignación. Por hastío. Sus afanes pendulean entre el acabar con el otro
-lo llamen ahora ‘sanchismo’, antes ‘zapaterismo’ o, incluso, pese a las tan
interesadas como olvidadizas loas del presente, ‘felipismo’- y el evitar que el
otro del otro se encarame en un poder político desde el que, se teme, podría encarnar
sus aspiraciones homogeneizadoras.
España muere de
agotamiento, pero no de una legislatura, de un ciclo histórico. Si existe
solución, pasa por un reinicio. En el proceso se ha completado la
capitidisminución de la democracia. Los partidos políticos -si alguna vez lo hicieron-
ni ‘expresan el pluralismo político’ ni ‘son instrumento político para la
participación’ como dispone la Constitución en la que sus dirigentes tanto se
amparan. De antemano, el modelo, mediante la trampa de las pequeñas
circunscripciones, contrae el número de alternativas, tergiversa la
representación -no miren a la periferia, UCD/AP/PP y PSOE obtienen más por
menos- y lamina la pluralidad. Con la asunción del ‘callar para ganar’, el
ansia de unidad/uniformidad de las organizaciones políticas, se canceló
cualquier posibilidad de fiscalización interna. Cantamos bingo: desdemocratización
y vaciamiento, causa y efecto o efecto y causa.
España muere de
pereza. En las ficticias controversias rematadas con el ‘y tú más’, los
contendientes requieren el apoyo electoral con el argumento de ‘ellos son
peores’. Sin espacio para la propuesta de fondo. Endogamia de la política,
políticos que hablan de políticos. Permítanme
el símil escatológico: sobrellevo mi cáncer a la par que una fisura anal me
atormenta. Mientras no me vea morir -y de momento no parece-, me paso el día
pendiente del culo.
Publicado en El Norte de Castilla el 29-07-2025