Estimado Señor Carod:
Antes de que le revele el interés que mueve a escribir
estos renglones a quien es un absoluto desconocido para usted, permítame unos
apuntes de contexto.
Le escribo desde un punto indeterminado de esta tierra que
usted denomina vagamente Madrid o Castilla, en concreto desde la submeseta
norte. Si presta un poco de atención puede ubicarnos en cualquier mapa de la
Península Ibérica: puede enclavar el remite dentro del territorio sito en ambas
márgenes del río Duero antes de que sus aguas, camino del Atlántico, baldeen la
vecina Portugal. La nomenclatura política autóctona, bien con alguna tirantez,
bien con rictus de prosopopeya, se refieren a ella como Castilla y León y a su
gobierno como Junta.
Son tierras para usted lejanas
mas no sé si es sabedor del ascendiente que ejerce sobre nuestros dirigentes.
Basta una palabra suya para que todos, a la voz de Fuenteovejuna, se alineen. A
su contra, eso sí, pero aúnan denuedo en lo físico, tesón en lo intelectual -en
la medida de lo posible- y esplendidez en lo económico. De la misma forma que
las fuentes salivares de los perros de Pavlov se activaban al toque de una
campana, las neuronas de nuestros políticos y las de buena parte del paisanaje
mesetario se enervan con sólo mencionar su nombre.
Una vez le he dispuesto
geográfica, social y políticamente, es momento de exponerle el desiderátum que anima esta misiva. Señor Carod, le ruego
que reclame el contenido de las bibliotecas gestionadas por la Junta y que tengan
alguna relación con Cataluña. Clásicos y modernos, libros o vídeos, si son
catalanes quienes escribieron, filmaron, editaron... Requiéralo todo.
Le sorprenderá mi petición pero,
por lo anteriormente expuesto, es la única forma de que las bibliotecas
públicas recaben el interés de los políticos responsables de su gestión y quizá
así procuren dotarlas del personal y del acondicionamiento preciso para su
apertura los días en los que disponemos de más tiempo de ocio. Las tardes de
todos los sábados del año y de todos los días de julio y agosto además de todos
los domingos y festivos sus puertas, palabra, permanecen cerradas.
Una remesa de cartas a la
Consejera de Cultura o la publicación de algún artículo en la prensa formarían
parte de una campaña evanescente pero si usted quisiera, sólo con que usted
solicitase ese material ante un
micrófono, el problema se resolvería en cuestión de horas y así, a falta de
mar, podríamos mitigar el sofoco canicular.
Quedo a la espera de su
respuesta, los usuarios y trabajadores se lo agradecerían eternamente.
Publicado en "El Mundo" el 19-07-2005
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