lunes, 19 de octubre de 2015

EL TIEMPO

El tiempo, se dice, pone a cada uno en su sitio. Menos cuando no lo hay en la suficiente medida para que se llegue al punto justo que nos permita conocer cuál sería dicho sitio. En estos casos nunca se sabe si es conveniente esperar al veredicto de los días o cortar por lo sano ante el riesgo de que la resolución de dicho dictamen sea funesta. Entonces, en la mente de las personas que han de tomar decisiones conviven dos futuribles que, como tales, se escriben en el agua. Las reglas no tienen validez porque todas han sido confirmadas a veces y desmentidas otras. Tiempo solo existe uno y alternativas varias. Las decisiones son para ya; los resultados de lo decidido llegarán más tarde, cuando de nada valdrá aquello de ‘si hubiera hecho esto ’ o ‘si lo hubiera hecho antes’.


¿Cuál será el sitio en el que el tiempo pondría a la etapa de Garitano como entrenador del Valladolid? Solo lo sabremos si se le da el margen suficiente. Pero el tamaño de ese margen no depende de él. Si su etapa se interrumpe de forma abrupta habrá sido una mala experiencia, pero escasamente corta para emitir un juicio categórico. De haberle dejado terminar el trabajo quizá, solo quizá, hubiera logrado los frutos que ahora no se vislumbran. Esperar, por lo contrario, puede agravar la situación hasta tornarla irreversible. Si le irá mejor al Pucela con una u otra decisión nunca se podrá saber porque no existe espacio para las dos a la vez. Carlos Suárez, sentado en el palco, con gesto serio pero aparentemente tranquilo pese al naufragio -otro- del equipo, da otra calada al cigarrillo.

El tiempo, se dice, lo cura todo. Pero dependiendo del mal, el mismo tiempo que cura, puede matar. Para saber si es mejor esperar o extirpar se hace imprescindible conocer los entresijos del cuerpo dañado y realizar un buen diagnóstico.
¿El mal comienzo de temporada es un simple catarrillo propio de un equipo adolescente o un tumor metastatizado por diversos órganos vitales del cuerpo pucelano? En el primer caso, con esperar y seguir trabajando, la salud volverá hasta rebosar. En el segundo, urge cirugía y aun así. Carlos Suárez, sentado en el palco, compone la cara con aire de decisión tomada. Y no tiene pinta de que esta sea esperar. Entre extirpar uno y veinticinco, el uno siempre será la parte sajada. Salvo que las horas tuerzan la decisión, el ciclo de Garitano, finalizará tan inconcluso como la catedral de Valladolid. ¿Servirá para algo? Desde Djukic, todos los inquilinos del banquillo chocan con la realidad mientras los jugadores salen de rositas. En el mundo profesional no creo que los entrenadores se puedan dividir en buenos y malos -aunque los haya mejores y peores- sino en adecuados o no en función de avatares como el tipo de plantilla, el momento o la relación con los jugadores. Gaizka ha llegado, una pena tener que reconocerlo, en mal momento a mal banquillo y puede pagar las consecuencias. El diagnóstico queda en manos de Suárez, el problema también puede ser que el mal y el diagnosticador cohabiten en el mismo cuerpo. Al tiempo.


Publicado en "El Norte de Castilla" el 19-10-2015

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