El papel lo soporta todo. Sobre un folio puede defenderse una cosa y su opuesta de forma tan brillante que, tras su lectura, podemos compartir una teoría y su contraria. En cada uno de ellos, sin embargo, más allá de lo que aparece escrito, viven escondidos otros significados, otras lecturas que desvelan secretos ocultos incluso para el propio autor. En esa segunda lectura se desnuda el texto privándole de su ropaje retórico para exhibir cada uno de los materiales que forman el vestido. Para ello, se toma un texto, se separan las partes que lo forman, se estudia cada una de ellas y se recompone uno nuevo que desvela otro significado. El objetivo es encontrar lo que se esconde debajo del papel. En el ámbito filosófico, esta práctica de nudismo conceptual recibe el nombre de deconstrucción. Este término ha encontrado su protagonismo en la gastronomía, aquí también deconstruir es separar los ingredientes con que se prepara un plato para, posteriormente, combinarlos de otra forma. Quienes han escuchado esta semana las intervenciones de los líderes políticos en los debates de no investidura tienen material suficiente para una desconstrucción profunda o para una mucho más liviana, de esas que se limitan a descifrar qué quieren decir cuando dicen lo que dicen.
Con estas deconstrucciones de andar por casa podríamos, también, abordar las declaraciones de los entrenadores de fútbol cuando su equipo pierde, separar los conceptos, desmenuzarlos y, así, mostrar una interpretación diferente. O comprender por qué en estos casos usan expresiones como ‘poca actitud’ o ‘falta de tensión’. Me temo que en la mayoría de los casos no es más que una máscara exculpatoria, una forma de alejar la responsabilidad personal, una argucia para empatizar con el aficionado que extiende un dedo para señalar a los futbolistas como responsables por vagos. Miguel Ángel Portugal no es una excepción y se ha agarrado a ese librillo para explicar el infame partido perpretado por sus chicos. Mala cosa. Son los mismos que brillaron ante el Córdoba y no encuentro motivos para que un día quieran correr y los siguientes no lo hagan. En realidad, la falta de tensión o de actitud casi nunca es tal, simplemente muestra que no hay plan o que este, por los motivos que sean, se ha traspapelado. Es difícil correr si no se sabe hacia dónde. Al Pucela ayer no le faltó tensión, simplemente no encontró recursos para desentrañar la defensa oscense, punto. Fue un continuo quiero y no puedo que siempre terminaba con el balón repelido. El Huesca es muy poquita cosa, pero una poquita cosa que sabe lo que es. Suficiente para desactivar el juego pucelano, aprovechar su ocasión y llevarse los tres puntos. La labor de Portugal no es reprochar en público sino deconstruir el equipo: buscar los conceptos que forman la plantilla, separarlos y combinarlos en torno a una idea para extraer todo el contenido. Sirva de ejemplo el Leganés que galopa al frente de la tabla: una deconstrucción con jugadores que aquí carecían de actitud. Será que ahora saben hacia dónde correr.
Publicado en "El Norte de Castilla" el 07-03-2016
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