Tener un periódico entre las manos me produce una sensación parecida a la
de abrir las puertas de la despensa. En algún caso, como si fuera la hora de la
merienda, tengo la intención de ir
directo a una noticia concreta para saciar un apetito informativo. Voy directo
al chorizo sin apenas percatarme del resto de alimentos que se guardan, preparo
el bocadillo y asunto resuelto. La mayoría de las veces, sin embargo, pretendo
cocinar. Observo, doy vueltas en la cabeza a las distintas posibilidades sobre
qué puedo preparar, selecciono los productos adecuados y me pongo a ello. Este
proceso permite encontrar en noticias sin aparente relación la clave de una
sabrosa fusión culinaria. Hoy, por ejemplo, disponemos de los ingredientes
precisos para preparar un suculento ‘Lavapiés al Linde’.
La salsa de este plato cuaja escuchando las palabras de Luis María Linde.
El gobernador del Banco de España, que tal es el cargo que ostenta el ínclito,
afirmó días atrás que el problema de las pensiones no lo es tanto porque “un alto porcentaje de jubilados españoles tienen casa en
propiedad”. Bien pensado. Comiendo ladrillo a ladrillo y pagando el gas con los
marcos de las ventanas, se puede pasar la vida tranquilamente hasta que uno se
muere. Los bancos, mientras tanto, preparan sus líneas de hipotecas inversas
esperando el día del óbito para acumular en forma de vivienda el fruto de los
trabajos acumulados a lo largo de varios decenios.
En cazuela aparte se prepara el Lavapiés.
Necesitamos un barrio céntrico cuyo suelo tenga un alto valor potencial pero
que por diversas circunstancias históricas esté habitado por personas con pocos
recursos. La segunda parte de esta oración adversativa impide que se obtengan
los réditos que promete la primera. Manos a la obra, hay que expulsar a esa
gente cuya pobreza dificulta la ganancia. Los pasos vienen ya prescritos. En
Lavapiés, por su dureza, el periodo de cocción viene llevando su tiempo. Una
noticia falsa, la muerte de un inmigrante senegalés a consecuencia de una
persecución policial, ha puesto el fuego al máximo. Una presunta izquierda
irresponsable no contrasta los hechos, reacciona poniendo aún más calor al
asunto y contribuye a dar más sabor al guiso. En vez de
defender a quien dicen defender les han puesto en el punto de mira. Los de las
hipotecas inversas se frotan las manos. El plato está casi preparado. Despellejados los inmigrantes y los
jubilados, el manjar se sirve en bandeja de plata.
Publicado en "El Norte de Castilla" el 22-03-2018
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