domingo, 24 de octubre de 2021

EL BALÓN COMO MANIFIESTO

Hay partidos que dan puntos y partidos que, por el momento y la entidad del rival, sirven como metro y báscula. De ellos se sale con una idea cabal de las propias dimensiones. Tras el baremo de El Molinón sabemos que el Pucela pesa y mide más de lo que semanas atrás, por mor de las urgencias, llegamos a temer. Bien pensado, a cualquiera de nosotros le cuesta llegar a ser la mejor versión de lo que es. Por las mismas, no podemos pedir a un equipo de fútbol que, de buenas a primeras, ofrezca su mejor cara. Pasado un tiempo, ya sí.

Ha pasado, y lo que vemos ofrece cierto grado de confianza. Más allá del buen bagaje de siete puntos en seis días, el equipo empieza a acercarse a lo que quiere ser, y quiere ser protagonista. Sea considerado el balón todo un manifiesto; la relación pretendida con la bolita, una declaración de intenciones. Si se busca alejarlo o poseerlo; si aguardamos a que venga o vamos a por él; si nos agazapamos por detrás esperando una estampida hacia terreno vacío o nos organizamos por delante para abrir caminos; estaremos mostrando nuestra forma de ser, de comunicarnos, de abordar las situaciones, amojonando nuestra personalidad. En estas disyuntivas, el Pucela de Pacheta se afina para poseer, para ir, para abrir caminos. La elección de Aguado como centro de todo, de Roque Mesa para dinamizar o amainar, para elegir la música que convenga, lo deja nítido. Más ahora que sabemos de primera mano lo que Aguado es.

jueves, 21 de octubre de 2021

TRES COSAS

Tuvo, y cincuenta y cinco años después continúa teniendo, tal repercusión la canción de Los Stop que cualquier vecino al que preguntemos que se necesita para alcanzar la felicidad tarareará aquello de 'tres cosas hay en la vida: salud, dinero y amor'. No es mal resumen, con un cuerpo que responda, medios económicos para proveernos de lo necesario y un pequeño número de personas que nos quiera y a las que queramos, poco podemos echar en falta. Lo malo es que siempre parece escasear alguna, que rara vez confluyen las tres en demasía. Y aún así, nada garantiza la felicidad. Teniendo de todo, nos aparece una especie de miedo, de desasosiego, un remusguillo, un barrunto que nos encamina a esa calma tensa previa a que se desate la segura tormenta.

Al Pucela le faltaba el dinero del gol. Con la salud y el amor tenía suficiente para que el partido, salvo algún escarceo, fuera unidireccional, pero sin anotar no se cierra el cuento comiendo perdices. Pudo ser en un buen puñado de ocasiones. Faltó la pólvora que parecía sobrar el fin de semana pasado. Una y otra y otra hasta que, a punto de desesperar, el gol llegó. Vuelto el balón a rodar, todo, por la suma de sensaciones del tiempo jugado, todo parecía hecho. Era cuestión de esperar el final, y colorín colorado. Poco se tardó en darse cuenta de que esto es fútbol, de que en un instante todo puede cambiar, y vaya si cambió. El juego fluido y liviano que había establecido el dominio pucelano, se esfumo. En su lugar saltó al campo un fútbol recio, entrecortado, disperso, irregular. Unas maneras en las que se recorta la diferencia de calidad. El que supo imponer el Ibiza ante la incapacidad local, una vez se hubo adelantado, de gestionar lo que exigía el momento: si se puede, matar el partido; si no, dormirlo. Así las cosas, con los potenciales igualados, tanto podía llegar la sentencia que en el haber del Pucela aunara estas tres cosas y para rematar 'le de gracias a Dios', como que los blanquivioletas terminaran tirando la platita. Ysuele ocurrir más lo segundo que lo primero. En estas, la ilusión de un aspirante, aún vivo cuando poco antes no daba un duro por él mismo, le concede la licencia de sacar las uñas y amenazar. El miedo del que tiene todo al ' seguro que algo va a fallar' hace el resto. Y con dos cosas somos menos felices.

Publicado en "El Norte de Castilla" el 21-10-2021

NI BRONCA NI CONCURSO DE PALMAS

Me salió de sopetón en una de las primeras reuniones a las que asistí de la Asamblea de Cooperación por la Paz, una ONGD en la que participo, tras una votación resuelta por unanimidad: “si estamos todos de acuerdo, en algo nos estamos confundiendo”. Entonces era poco más que un niño; y el ‘poco más’, por el tamaño, porque ya podía votar o por algún escarceo carnal que se daba. También por las inquietudes que me movían. Miguel Ángel, primus inter pares, mayor que yo aunque no tanto, serio, adusto por momentos, de quien esperaba una mirada recriminatoria tipo “déjate de chiquilladas, ¿cómo va a estar mal algo que a todo el mundo le parece bien?”, me sonríe como asintiendo. Yo, ya digo, poco más que un niño, henchido. Después, en cada ocasión que se producía la unanimidad, era él el que recordaba la coletilla.

lunes, 18 de octubre de 2021

TANTAS VECES FUE AL REVÉS

Desde que el humano es humano, y así será hasta el final de los humanos tiempos, estamos condenados, y no digo que no nos guste, a revolcarnos en fangos conversacionales. Las preguntas capciosas –esas que se formulan cuando un interlocutor pretende obtener alguna ventaja enredando al otro, aquellas del tipo '¿es preferible que tu equipo juegue bien y pierda o gane tras ofrecer un juego desastroso?' en las que no cabe respuesta definitiva– son uno de los sedimentos que se depositan para formar estos lodos a los que se denomina 'falacia del falso dilema'.

La mayoría, tras un gesto escapatorio, concluiría que es suficiente con que gane. Añadirían, desligando las causas de las consecuencias sugeridas en la pregunta, que, claro, mejor si lo hace ofreciendo espectáculo.

sábado, 9 de octubre de 2021

AQUÍ PUEDE VALER, ALLÍ ES MORTAL

Con el precio al que anda el gol y lo barato que lo ponemos. Anteayer, riguroso; ayer, pejiguero; hoy, indiscutible por aparatoso. Por fas o por nefas, el Pucela parece condenado a digerir un penalti por partido. Demasiado lastre con el que cargar cada día, generoso regalo para los sucesivos rivales que, con escaso pago, se hacen acreedores de un producto tan de lujo como el gol. Y luego, a remar a contracorriente. Y si el juego no da para remontar, si no hay margen de tiempo, tragar bilis tras constatar cómo se aminora un botín legítimamente obtenido.

El cometido ayer, turno para El Yamiq, fue tan claro que hasta un árbitro empecinado en el error no tuvo más remedio que atinar. Es obvio que en el listado de cualidades del defensor pucelano no aparece el sentido de la medida ni el de la mesura. El chico se desboca, se desempeña a todo trapo y a ese ritmo no es capaz de diferenciar lo que se requiere en una parte del campo de la otra. Lo que aquí es útil allí puede ser mortal. En el área, salvo para evitar un gol flagrante, carece de sentido golpear al rival con tal virulencia. Ahí toca contenerse.

miércoles, 6 de octubre de 2021

LA RAZÓN ASESINADA

Con la misma perplejidad que don Sebastián en ‘La verbena de la Paloma’, podemos exclamar que ‘hoy las democracias adelantan que es una barbaridad’. Él, tras escuchar a su amigo don Hilarión la singular noticia de que ‘el aceite de ricino ya no es malo de tomar, se administra en pildoritas y el efecto es siempre igual’; nosotros, tras la sucesión de impactos verbales solo de la última semana, bien producidos en la convención itinerante del PP, bien emitidos desde allende los mares por la presidenta madrileña o bien propalados con regodeo por el que fuera hasta casi ayer oráculo monclovita. Si la democracia fue, pretendió ser, una forma de gobierno en la que el poder se otorga -ha sido conquistado- a la ciudadanía; posteriormente se afinó como un sistema de representación en la que, sobre el papel, la dirigencia política servía al pueblo al que representaba; ahora ha avanzado para identificar a la gente de la calle con el papel de clientes.

sábado, 2 de octubre de 2021

EXPECTATIVAS EN LOS DEMÁS

Con frecuencia, la desazón, el sufrimiento, incluso el bloqueo, nace de las expectativas que sobre alguien se generan los demás. En el fondo, esas esperanzas depositadas en segundas personas, por cercanas que sean, actúan como un chantaje, una presión adicional, que pretende imponer decisiones y ritmos.

Esta manera de actuar forma la esencia del aficionado al fútbol. Por un lado, se desvive durante la semana y se desgañita en el estadio el día de partido; por otro, queda fuera de su mano la consecución del logro al que aspira. Sin embargo, junto al resto de aficionados, que básicamente comparten esperanzas, generan un clima que se traslada desde la ciudad, desde la grada, a los futbolistas. No sorprende que a los equipos descendidos les haya costado coger el pulso a la categoría. Sus jugadores palpan la presión del ambiente y les cuesta acomodar lo que pueden aportar a las exigencias de los suyos.