jueves, 21 de octubre de 2021

NI BRONCA NI CONCURSO DE PALMAS

Me salió de sopetón en una de las primeras reuniones a las que asistí de la Asamblea de Cooperación por la Paz, una ONGD en la que participo, tras una votación resuelta por unanimidad: “si estamos todos de acuerdo, en algo nos estamos confundiendo”. Entonces era poco más que un niño; y el ‘poco más’, por el tamaño, porque ya podía votar o por algún escarceo carnal que se daba. También por las inquietudes que me movían. Miguel Ángel, primus inter pares, mayor que yo aunque no tanto, serio, adusto por momentos, de quien esperaba una mirada recriminatoria tipo “déjate de chiquilladas, ¿cómo va a estar mal algo que a todo el mundo le parece bien?”, me sonríe como asintiendo. Yo, ya digo, poco más que un niño, henchido. Después, en cada ocasión que se producía la unanimidad, era él el que recordaba la coletilla.

Lo sigo pensando. Lo recuerdo cuando veo el entusiasmo que ha rodeado el Congreso del PSOE. No es la pelea, la lucha por el poder o el postureo de egos, lo que echo en falta, sino el debate crítico, un punto de pensamiento disidente que cuestione la línea oficial. Ni bronca, ni concursos de palmas. Tanto aplauso siempre esconde acuerdos de trastienda, giros de timón, persistencia en el rumbo, lo que sea que sea que solo sabremos cuando se produzca.

Al tiempo, la ministra Yolanda Díaz, candidata a candidata, lanza un aviso a navegantes: “estoy rodeada de egos, si hay ruido es probable que me vaya”. Si por ruido de egos se refiere a deslealtades interesadas, suscribo. Ahora, si lo que pretende es un silencio que no cuestione, una desaparición de discrepancias, estaría mostrando el camino que va de la unidad a la uniformidad, de la lealtad a la docilidad.


Publicado en "El Norte de Castilla" el 20-10-2021

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