Los primeros días tras un despido
se pueden sobrellevar porque las necesidades se pueden ir cubriendo con
colchones que amortiguan la caída: unos ahorros, los ingresos del ‘paro’, la
red social y familiar. Pero el tiempo pasa y si el problema se enquista los
ahorros mueren, el ‘paro’ se acaba y la red se resquebraja porque no es de
acero. Durante este intervalo el desempleo existe pero no se ve. Si, como está
ocurriendo, lejos de mermar, sigue aumentando, pasado un tiempo los ecos de la
tragedia que se vive en muchas casas, resonarán, inexorablemente, en cada
calle.
Los puntos que consigue un equipo
son el colchón en el que cae después de cada partido. El Real Valladolid tenía
unos ahorros que le permitían vivir tranquilo, pero los ahorros, si no hay ningún
ingreso, se acaban. El fútbol es terreno abonado para que germinen los
agoreros, pero es tan variable que enseguida los hace callar. El Pucela, a lo
largo de la temporada, había trabajado mucho y bien. Pero, de repente, se quedó
en la calle. En los dos últimos partidos parecía desesperanzado, no era solo
que no tuviera trabajo, ni ilusión por conseguirlo tenía. No es que no marcase,
es que ni presentaba el currículum en la portería rival. Y 30 puntos son
ahorros pero no dan para mucho.
Las dinámicas en el fútbol, ya
digo, al contrario que en la sociedad, son efímeras, varían ‘qual piuma al
vento’, como escribiera Verdi para su personaje, el Duque de Mantua, del
Rigoletto. Tanto que frente al Rayo Vallecano el equipo mostró el tono vital de
quien encuentra empleo. Tanto que, en el mismo partido, conjugaban momentos de
fulgor con ratos de opacidad. Tanto que marcó un gol de la misma especie de los
que recibimos de vez en cuando, el portero vallecano salió a por uvas y un
compañero le marcó en propia puerta, y, antes de terminar de celebrarlo, el
mismo jugador ya había empatado. Al final otro gol parecía dar por concluido un
enfrentamiento tan alegre como desazonador. Parecía porque en la agonía del
partido, el Rayo pudo empatar. La parada de Dani fue de las que hace que le
perdonemos todo, hasta la próxima. Ahora, la línea de ahorro pone 33. No es
suficiente, pero ya nadie piensa que el equipo sigue en el paro. Pero esto es
fútbol, quizá mañana le despidan. No, perdón, no es en el fútbol, es en la
sociedad donde el drama se extiende.
Publicado en "El Norte de Castilla" el 25-02-2013
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