Cuando recibió el aviso de que Jeanne St. Jean había
roto aguas, la anónima matrona, como cada vez que era requerida para
ejercer su profesión, preparó el material necesario y se puso en camino.
Para ella se trataba de un parto más, cierto es que los Bernadotte eran
una familia con posibles, no en vano, Henri, el padre, era procurador en
Pau, pero ni ella ni nadie en esta ciudad francesa podía pensar que ese
día fuera a quedar apuntado en los futuros manuales sobre la historia
de Suecia. Con el pasar de los años, el pequeño Jean-Baptiste se enroló
en el ejército. Tras el triunfo de la Revolución, subío con inusitada
rapidez los peldaños del escalafón militar hasta alcanzar el último, fue
convertido en mariscal del ejército napoleónico. En 1808 estuvo al
mando de las tropas francesas frente a las suecas. No tuvo éxito pero su
labor no debió pasar inadvertida para sus rivales ya que dos años
después fue reclamado para ocupar el trono vacante. Aquel frío día de
enero, la matrona caminaba sin saberlo, y quizá nunca lo supiera, para
ayudar a nacer a un futuro rey.
Caminaban los aficionados al partido de ayer como la matrona, ella por
profesión aquellos por afición, todos pensando en un desenlace que sería
el previsible. Pero a veces, y no siempre para mal, una fecha queda
grabada. El fútbol también tiene su historia, y la que recordamos, la
que queda grabada en nuestros recuerdos, se compone de unas pocas fechas
señaladas olvidando con frecuencia que lo importante es lo que ocurre
cada día. Fue Unamuno el que acuñó el concepto ‘intrahistoria’ para
referirse a la historia que no aparece (o que aparece muy poco) en los
libros, la historia de la gente corriente. La que sí aparece en esos
libros, a la que se refieren la mayoría de los titulares de prensa, es
una historia oficial en la que solo tienen cabida los que detentan el
poder. El resto somos artificio para dar colorín a lo que en esos
pomposos libros se relata.
La fecha será recordada cada vez que el Barcelona vuelva a visitar
Valladolid, chicos y chicas escucharán en casa cómo fue aquel partido de
aquel marzo de 2014, Fausto Rossi -aunque no vuelva tras el verano-
será recordado para siempre en esta plaza. Mañana lloverán los elogios
al Real Valladolid y serán más que merecidos. Ha convertido en un alma
en pena a un Barça de por sí hipotenso. Ha logrado que el equipo culé
deambulase por Zorrilla como uno de aquellos hidalgos castellanos que
presumían de alcurnia pero morían de hambre, mantenían la elegancia pero
no encontraban la manera de conseguir algún bocado. Ha conseguido
transmitir entusiasmo a sus aficionados. Todo ello es tan cierto como
que este partido no reparte más puntos que cualquier otro.
El republicano que llegó a rey, murió tal día como ayer de hace 170
años. Al amortajarle encontraron un mensaje tatuado en su pecho: Muerte a
los reyes. Quizá leerlo cada día le sirviera para gobernar sin olvidar
sus ideales originarios, sin las ínfulas de otros. Aunque el oropel de
la aparente gloria nos atraiga, nos engañe, el Pucela está solo un poco
mejor dispuesto para conseguir su objetivo. Un logro que al que se
accede en los partidos de la intrahistoria, en esos sin tanta pompa.
Publicado en "El Norte de Castilla" el 09-03-2014
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