De la misma manera
que un vidente no es un señor con dos dientes aunque vaya mostrando los
paletos, el bipartidismo no es una alternancia entre dos partidos aunque dos
partidos sean los dientes visibles. El bipartidismo, como el gótico, el barroco
o el neoclásico, es un estilo de arquitectura, una manera de entender el diseño
y el desarrollo en la construcción de los edificios: las plantas más altas tienen
una fachada amable y unos muros gruesos que garantizan su uso a los que allí
viven mientras la casa se sostenga. La parte de abajo es un conglomerado de
estancias y pasillos que forman un laberinto en el que sus habitantes no
terminan de saber donde están. De esta forma, en cada conversación, estos permanecen
entretenidos sintiéndose libres para debatir de lo que quieran, e incluso
pueden fantasear con que ese corredor conduce a la parte alta de la estancia, y
se les permite mientras no caigan en la tentación de querer jugar con las cosas
de comer. No por nada personal, como dijera Michael Corleone, son solo
negocios.
Los de arriba,
además, juegan al ajedrez con los de abajo, con un matiz, los de abajo pensaban
que esa partida no iba con ellos y nunca movieron pieza. Hasta ahora. La calle
bulle, las urnas indican y los de arriba saben que la partida ha comenzado y
responden. Saben que, como dijera Abraham Lincoln, se
puede engañar a algunos todo el tiempo y a todos algún tiempo, pero no se puede
engañar a todos todo el tiempo. Saben,
también, que tienen posición ganadora, así ha sido siempre, aunque hayan tenido
que patear el tablero cuando se han sentido acorralados, pero también son
conscientes de que hay rival y han forzado un movimiento: han dejado caer al
Rey, pero en esta partida, el Rey no es el rey, es un peón comido. El
juego sigue. Si han de dejarse comer otro peón no tendrán problema. Gritarán
desde lo alto que han cedido, ofrecerán tablas y usarán, de nuevo, la palabra
consenso que es la manera de definir las aguas estancas, esas que con el tiempo
siempre huelen mal. La sociedad española, al parecer, las
ha agitado, falta saber si lo ha hecho con la intención de cambiar de líquido o
para, simplemente, crear unas olitas.
Publicado en "El Norte de Castilla" el 05-06-2014
Excelente
ResponderEliminarMay
Lo que no entiendo es por que se pide un referéndum sobre algo que se considera injusto. Además sabiendo que es mas que probable que la monarquía saliera reforzada. Los detractores deberían pedir la abolición y el referéndum tendrían que proponerlo los partidarios, como si estuviéramos regateando en un mercadillo.
ResponderEliminarTal cual, yo tampoco entiendo que se someta a consulta algo injusto de raíz, pero parece que hoy el tótem es eso de 'ser escuchados'.
EliminarEl mago dió un paso al frente y mostró sus manos vacías, nada por aquí y nada por allá. Luego tomó su baraja de cartas y amablemente me pidió que eligiera una.
ResponderEliminarNi el mago tenía las manos vacías, ni había elección en la baraja, todo era parte de una ilusión que comenzó antes de que el público se sentara en su silla. Hemos cambiado de rey, pero solo es una ilusión, alguien tomó la decisión por nosotros mucho antes.