-Sí, dígame. Buenos días, ¿es usted el padre de Diego Robledo?
-Sí, sí, soy yo.
-Mire, soy su profesora y…
-Mire, soy su profesora y…
En ese momento le interrumpí. La voz de la profesora denotaba cierto desasosiego, como no sabiendo cómo abordar lo que me quería decir. Entre eso, que era la primera llamada que recibía desde el colegio y que siempre me pongo en lo peor, empecé a temblar.
-¿Ha pasado algo?
- Bueno verá -me dice con más incomodidad, si cabe-. Para conmemorar el Día de Europa, habíamos dejado en cada pupitre una bandera europea. Cuando he llegado a clase he visto que había una en mi mesa y que a Diego le faltaba la suya. Le he preguntado que por qué me la había devuelto y me ha respondido que su padre le había dicho que esto es una puta mierda. Quería saber si usted le dice estas cosas.
Según me va contando me voy relajando, por malo que fuese no era peor que lo que suponía, y le respondo.
-Mire, hace unos meses se celebró el referéndum sobre la Constitución para Europa, participé en varios debates y, cosas de la conciliación, Diego vino conmigo. Desde luego, lo que defendí era una postura contraria a ese proyecto de Tratado y, nunca, como puede imaginar, usé expresiones de ese estilo. Además -añadí por aclarar- la voz crítica se refería al Tratado, no tanto a la idea de Unión…pero creo que -adecué el tono para transmitir cierta complicidad- el crío no ha hecho mal resumen.
Once años después, Europa es un detestable moribundo que deambula dando lástima. Engolada, pagada de sí misma, miedosa, cobarde, sorda a los ruidos del mundo que ella misma colabora en producir, pretende encastillarse para ahuyentar a miles de seres humanos que no son más que víctimas de este mundo miserable que hemos creado. Los gobiernos estatales y las instituciones de la Unión racanean las plazas que pueden ofrecer y todo lo que se les ocurre es subcontratar a Turquía como si fuese una empresa de limpieza. Con todo, lo malo de esta mezquina actitud es que la toman, en parte, por miedo a la respuesta de la población. Lo peor es que tienen razón: en el corazón de Europa hiberna el huevo de la serpiente. Diego lo resumió estupendamente.
Publicado en "El Norte de Castilla" el 17-03-2016
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