Para las generaciones más jóvenes puede resultar sorprendente que el
catolicismo haya elegido al mismo santo como patrón de dos mundos tan
aparentemente alejados como el de los agricultores y la ciudad de Madrid. Pero tiene su lógica,
Isidro vivió en el Madrid del siglo XII y allí se dedicaba a arar manejando una
pareja de bueyes. A arar o contemplar como araban las bestias solas, porque las
crónicas cuentan como hecho milagroso que los bueyes realizasen su labor mientras
Isidro se dedicaba a rezar. Pues bien, en el día en que se celebraba su
festividad hace ya cinco años, en la madrileña plaza de Sol un grupo de
personas quiso expresar su descontento. Poco a poco la plaza se fue llenando y
dio pie a lo que se conoció como el 15-M, uno de los movimientos de los que más
se ha habla y de los que menos se conoce, porque habrán de pasar unos años para
poder comprobar si todo aquello habrá tenido alguna repercusión transformadora
o habrá sido otro movimiento espasmódico con más literatura que valor real de
cambio.
Me gustaría creer lo primero pero, según pasa el tiempo, todo aquello
parece haberse quedado en lo que Alfred Hitchcock definió como ‘MacGuffin’: un
elemento que alienta el suspense en una película, permite avanzar a los
personajes, pero que pasa por la trama como la luz a través del cristal, sin
romperla ni mancharla. Vamos, un pretexto que no modifica el sentido de la
película.
Los tiempos, sin embargo, son más de series televisivas. Estas, a diferencia de las películas, van evolucionando en función de las querencias de
sus espectadores. De forma que los guionistas tienen que asegurar su argumento
pero permitiendo alguna modificación según los gustos de la audiencia. Nunca,
eso sí, permitiendo que esta conduzca la trama ni, faltaría más, se convierta
en guionista o actor.
Lo que sí que ha proporcionado el 15-M es un ingente número de extras que
participaron en alguna secuencia. Extras que, ‘selfie’ en mano y de forma
autocomplaciente, abomban el acontecimiento y su participación a la manera en
que Estela Reynolds, la protagonista de una de esas series, recuerda cada poco,
para su mayor gloria, que ‘Fernando Esteso me chupó un pezón’.
Lo de Isidro tampoco lo creo. Si quieres que la tierra dé frutos, toca trabajarla; no esperar que los bueyes lo hagan.
Publicado en "El Norte de Castilla" el 19-05-2016
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