Imagen tomada de Diario 16 |
Cuando se trata de agradecer un favor recibido con solo palabras,
ningunas mejores que las que transmiten un buen deseo. En estas tierras de
avutardas tenemos una fórmula que nos sirve para estas ocasiones: “Que Dios te
lo pague con un buen novio”. Como la expresión es suficientemente añeja ha
habido tiempo para acuñar una respuesta que, con cierta sorna, matiza el deseo:
“Mejor un buen marido, que de novios todos son buenos”. Este chascarrillo
dialogado esconde tras su gracieta una cierta dosis de sabiduría: una misma
persona es capaz de mostrar rostros muy diferentes, no solo por los cambios que
uno vive a lo largo de los años, sino también por las distintas coyunturas en
las que la realidad le sitúa.
Esta característica es extensible, claro, a determinadas organizaciones
políticas que han sabido desarrollar un talento especial para adecuar su gesto
en función de las circunstancias, lo que les permite aparentar una cosa siendo
la contraria. El paradigma, entre los partidos patrios, de los que se conducen
de esta manera, es el PSOE.
Una nueva generación apareció con desparpajo juvenil allá por los años
setenta luciendo el viejo traje del PSOE histórico. Engatusó a buena parte de
la población con un discurso fresco y llegó a establecer un matrimonio con la
sociedad que le llevó al poder. El matrimonio no terminaba de ir, pero aguantó
muchos años. Justo hasta que buena parte de la sociedad se cansó de escuchar
palabras en una dirección y sufrir comportamientos que desmentían lo dicho. Y como
no hay mentira que se sostenga por tiempo infinito, la pareja saltó por los
aires. El PSOE y la sociedad –incluidos buena parte de sus militantes- ya no se
quieren, pero el partido necesita del matrimonio para seguir siendo lo que era,
lo que cree que merece. Ahora se encuentra en una difícil tesitura, tiene que
elegir entre tres caminos: el que propone Susana Díaz, que no es más que decir
aquí estoy yo y no pienso cambiar; el de Patxi López, que sin mucho cargo de
conciencia sí que pone carita de ‘a partir de ahora seré bueno y no te engañaré
más’ y el de Pedro Sánchez que ha puesto cara de novio, obligado por las
circunstancias, para reconquistar a la sociedad que se fue de esa casa. Es
posible, incluso, que ninguno de los caminos sirva para la reconciliación. Ya
se sabe como son de marido.
Publicado en "El Norte de Castilla" el 09-03-2017
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