jueves, 26 de abril de 2018

SON GIGANTES, NO MOLINOS

El número de habitantes del área metropolitana de Tokyo se va acercando al de la población del conjunto de España. La conurbación entorno a Cantón, la iguala. Desde 2010, más de la mitad de la población del planeta vive en ciudades. Las estimaciones para final de siglo sobre la nigeriana Lagos apuntan la idea de una megalópolis que podría llegar a los cien millones de habitantes y que, en ningún caso, bajaría de 60. Bien, este último dato se puede poner en duda al modo del economista británico John Maynard Keynes: “En cien años, todos calvos”. Vamos, que son muchas las cosas que pueden ocurrir a lo largo de un tiempo tan largo -y tan imprevisible como lo es el futuro- como para no pensar en que se puedan revertir las tendencias que ahora se proyectan. Los primeros apuntes, empero, son de ya, de ahora mismo y nos hablan a las claras de la realidad en la que nos encontramos. Del anverso que muestran y del reverso que nos asuela: en paralelo a la hiperpoblación de grandes núcleos se vacía un entorno territorial cada vez mayor. Esos territorios que se despueblan se van convirtiendo paulatina e inexorablemente en proveedores de materias primas, alimentos, energía, capital… y mano de obra. ‘Esos territorios’ es Castilla y León con respecto a nuestra particular megalópolis: Madrid.

Analizar el fenómeno de la despoblación al margen de estas circunstancias es un ejercicio, en el mejor de los casos, voluntarista; en el peor, un engañabobos que se vale de la nostalgia y el sentimentalismo. La única forma de torcer esta dinámica pasaría por doblegar un sistema económico que funciona con su propio ritmo, y no parece que los estados puedan ni quieran. No son molinos, amigo Sancho, son gigantes. La otra ‘única forma’ sería un colapso civilizatorio, que no está ‘quitao’.
Todo lo demás, con perdón, literatura. Los flujos de población caminan de lo pequeño a lo grande. Primero se despoblaron los Rasueros y no dijimos nada porque crecieron las Ávila. Después envejecieron y se despoblaron las Ávila, y no dijimos nada porque aumentó el número de habitantes del área metropolitana de Valladolid. Posteriormente, esta envejeció y comenzó a vislumbrar que le ocurrirá lo mismo. Se empezó a decir algo… pero ya era tarde. Todo estaba en Madrid, a la que, no duden, vean si no su pirámide de población, le ocurrirá algo parecido. El camino hacia un mundo de poquísimas y monstruosas ciudades ya se está recorriendo y en esa carrera, tal vez para bien, no estamos.

Publicado en "El Norte de Castilla" el 26-04-2018

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