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De tanto en tanto se representa una escena similar: una
decisión del gobierno español que disgusta al de los Estados Unidos, en este
caso la retirada de la fragata Méndez Núñez de un operativo militar
estadounidense conformado en torno al portaviones Abraham Lincoln.
Posteriormente se aducen razones pretendiendo justificar la
decisión -Margarita Robles, la ministra (creo que hay que decir ‘en funciones’)
del área militar, afirma que el motivo en este caso tiene que ver con un cambio
no previsto del escenario, que cuando llegaron al acuerdo de colaboración no
había intención de rascar los bemoles de los ‘ayatolás’ iraníes-, a la par que
se procura tomar el asunto como menor, como si fuera algo de trámite -en este
caso Borrell, el ministro (creo que hay que decir ‘en funciones’) de la
diplomacia, resalta que no hay herida y que de haberla sería de mercromina y
poco más-.
Es entonces cuando llega la inexorable reacción tremendista
y contable por parte del sector diestro de la oposición y de una cohorte de
analistas que aparecen como setas. Se empeñan en que seamos conscientes de que
la decisión de contrariar al presidente de los Estados Unidos -mando supremo de
las FFAA, epítome de todo un entramado de industria de la muerte- habrá de
tener fatales consecuencias diplomáticas y comerciales. De momento, alertan,
queda colgado de un hilo un contrato con Navantia por valor de 16.400 millones
de euros.
Lo preocupante es que los alarmistas tienen razón. Todo eso ocurre,
y ocurriendo se pone de manifiesto que la política internacional es un juego de
alineamiento ante los poderosos para aspirar a que, a cambio de doblar la
cerviz, caiga alguna graciosa migajilla. Que eso de la soberanía -el respeto
ajeno por las decisiones propias cuando estas no son contrarias a derecho- queda
muy bien para los papeles, pero hasta ahí. Que cuando desde la cabeza del
imperio te tratan de igual usando términos como ‘amigo’, ‘socio’ o ‘aliado’, en
realidad te están mirando desde arriba y aplaudiendo tu vasallaje. En las
relaciones entre Estados también el más fuerte repite eso de ‘no te metas en
política’. Y lo dicen por tu bien. No se te vaya a olvidar.
Publicado en "El Norte de Castilla" el 16-05-2019
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