De pequeño aprendí una serie de nombres que enmarcaban a lo
grande la escasa realidad en la que me movía. Bien canturreando aquello de
“Rasueros, provincia de Ávila, partido judicial de Arévalo”; bien observando
que en el mapa de colores que colgaba de la pared de la escuela, Ávila estaba pintada
de amarillo como de amarillo aparecía teñida toda Castilla la Vieja. Un mapa en
el que aparecía Rasueros con punto y nombre escrito a bolígrafo, un punto tan
pegado a una raya que por poco no estaba teñido del verde de León. Cuando
pregunté al maestro, al cura, a mis padres, por qué esa línea estaba ahí, qué
nos diferencia de los de Rágama, solo entendí que ‘ellos son de allí y nosotros
de aquí’.
La cercanía de la frontera sí fue útil en el internado. Allí
teníamos un derbi; vaya, que en vez de elegir a pies, hacíamos los equipos por
la procedencia en función de aquel mapa que, cosas de la vida, pertenecía
ya al pasado, uno nuevo, con comunidades autónomas, estaba de camino hacia
nuestras aulas. Decía que me fue útil lo de la frontera porque esa excusa de la
cercanía me servía para ejercer de comodín, para jugar en uno u otro equipo en
función de cuantos hubiera de cada lado. Así, mis guantes defendieron la
portería de Castilla frente a León y la de León frente a Castilla. Tal vez por
eso todos los asuntos territoriales me suenan a impostura. Y en la mayor parte
de las defensas de unas u otras posiciones no detecto más que falacias
argumentales envueltas en pompa que pretenden arrimar el ascua a la sardina de
cada orador sea esta la ruptura de la burócrata Unión Europea de los mercaderes,
la indisoluble unidad de España, la Cataluña independiente, el León con
Castilla o todos sus opuestos. También, por supuesto, hallo tesis razonables
que justifican cada una de dichas opciones -y otras-. Me hacen gracia, reír por
no llorar, comprobar cómo los argumentos vienen o van en función de épocas,
intereses y posibilidades. El ‘asunto leonés’, por ejemplo, resurge
aprovechando el actual momento de incertidumbre. Los leonesistas cuentan con una ventaja: nadie
les puede acusar de que sus ansias separatistas se hayan
cultivado en ikastolas, ni hayan sido hipertrofiadas por una sediciosa TV3.
Publicado en "El Norte de Castilla" el 19-12-2019
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