lunes, 10 de febrero de 2020

TAN GRANDE Y TAN CHICO

La diferencia de alturas o de tamaños entre dos personas, sobre todo si ambas comparten algún tipo de territorio, ha dado lugar a cientos de imágenes que contraponen un grandullón frente a un diminuto. Así, a bote pronto, me salen unas cuantas: padre e hijo, primogénito y benjamín, pastor y zagal, mastín y caniche, el 'Linterna' y el 'Pulga' , Tip y Coll, Zigic y Munitis, la 'i' y el punto... Alcaraz y Toni. Bueno, Toni con gran parte de sus compañeros: el murciano es tan poca cosa en lo físico, en lo apreciablemente físico, que pierde ostentosamente en la comparación visual con casi cualquiera. Pero con Alcaraz la contraposición va más allá: Toni por momentos parece apesadumbrado, transmite un aire melancólico. Agacha la cabeza y la gira sin dejar claro si su negativa es ante el mundo o se limita a sí mismo. Alcaraz, por contra, es la definición palmaria de fe en sí mismo, de optimismo vital. No hay fallo que dinamite su granítica autoconfianza. Vuelve e insiste, insiste y vuelve.

Pocas actividades como el fútbol buscan opuestos para compatibilizarlos, se nutren de personajes antitéticos que se buscan, se retroalimentan, generan complicidad, terminan necesitándose. Así es nuestro par de dos. Ambos se refugian en el otro, ambos buscan soluciones futbolísticas en las cualidades del compañero, ambos pretenden maximizar sus virtudes apoyándolas en las de su socio. El pequeño Toni se lanza a sus aventuras por banda consciente de que su espalda está bien cubierta, sabedor de que la pérdida es un riesgo calculado gracias a las piernas de Alcaraz siempre prestas para solventar cualquier contingencia. Los ojos del mocetón barcelonés buscan con fruición los pies del pequeño 19, espía, hacker, cartógrafo, porque confía en que bailando puedan desencriptar los textos cifrados que explican las defensas de los equipos rivales. Bueno, esto cuando Alcaraz no frunce el ceño. Entonces, la obnubilación le ciega, convierte en apresuramiento la pretendida aceleración, pretende penetrar los cuerpos sólidos con los que se topa y termina trastabillándose y cayendo.
Dos cuerpos y dos personalidades tan diferentes comparten también alegría cuando los planes terminan saliendo bien y esto, en fútbol, se mide en goles. Lástima, en este caso, que las alegrías de mitad de partido no estén consolidadas. Como Toni y Alcaraz, nos las prometíamos por entonces muy felices. El futuro vino para desdecirnos. La segunda mitad, a saber si por decisión de recular o porque irremisiblemente te empujaron, nada tuvo que ver con aquellos paisajes idílicos de la primera. Menos mal que el final llegó a tiempo.
Publicado en El Norte de Castilla el 09-02-2020

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