viernes, 7 de febrero de 2020

UN BOMBARDEO SIN BOMBAS

Foto "El Norte de Castilla"
Los jóvenes se van; mejor, se fueron, que ya casi ni hay. Los viejos, algunos, vienen a buscar descanso justo antes del descanso eterno. Así, nuestros pueblos fueron muriendo, fueron, en pasado, que ya es tarde, de la manera con la que el médico de ‘Amanece que no es poco’ refirió al hijo de un moribundo los últimos momentos de la vida de su padre: “Se te está muriendo divinamente, te lo juro […], nunca había visto a nadie morirse tan bien […]. ¡Qué irse!, ¡qué apagarse!, ¡con qué parsimonia!, ¡con qué graduación!”.
En Madrigal de las Altas Torres ya se sabían la lección: allí, cuando el pueblo era Madrigal a secas, nació Isabel, quien, para conseguir hacer carrera, bien que medrando, tuvo que emigrar: primero Arévalo, luego Segovia, más tarde el mundo; hasta allí mismo llegó Fray Luis de León ya con muchos años de oficio a la espalda para encontrar la muerte.
Los tres núcleos de (es un decir) población más próximos al histórico municipio, Moraleja, Blasconuño y el Villar, se apellidan de Matacabras. Espero que algún lector me sepa decir el porqué del topónimo. Pues bien, entre los tres no suman 70 habitantes censados. Todos ellos entre los dos primeros, que aún siguen siendo entes autónomos, porque el Villar, perteneciente ya al municipio de Madrigal, lleva muchos años siendo prácticamente un despoblado. Pues bien, el nombre de este despoblado ha corrido en boca de los (también escasos) habitantes de los pueblos vecinos porque se ha convertido en el plató en que se han grabado algunas escenas de la eterna serie ‘Cuéntame’. Y no, no es que los Alcantara decidieran hacer una excursión a la Moraña abulense. Es que, cabe decir que con buen criterio, los responsables de la serie entendieron que el Villar, sin necesidad de maquillaje, bien podía pasar por el Irak de los tiempos de la I Guerra del Golfo donde el primogénito de la saga ejerce de informador. Vamos, que sin querer, han definido a la perfección el resultado de este fenómeno de la despoblación: un bombardeo sin bombas.
A pesar de encontrar tanta belleza en la muerte, al propio galeno amanecista no le queda otra que reconocer el dolor: no tanto por fallecer, que lo que hace sufrir no es morirse, cuanto porque se vaya yendo la vida. En los huertos de los pueblos ya no nacen ni hombres.

Publicado en El Norte de Castilla el 06-02-2020

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