Nadie es Mañueco, responsable civil, bien directo por
pertenencia, bien subsidiario por acarrear las mismas siglas, de los gobiernos
de la comunidad de los siete lustros que nos anteceden.
Mañueco no es Sánchez. Con eso le da para rehuirse, para prometer como si fuera un recién llegado, para presentarse como alternativa. Fin.
Con tanta insipidez, parece que nada se mueve, pero todo se
revolverá. En una semana sabremos hacia dónde, que será a cualquier sitio
menos al que nos llevamos tanto tiempo dirigiendo. Incluso, aunque no se rompa
la línea dinástica que arrancó con Aznar. El pacto que podría mantener a Mañueco
no será la suave cosquilla de Ciudadanos, ese compartir gobierno con fines más
moralizantes que impulsores de una línea política; sino uno que, sin apartarle
del trono, le agarre de las muñecas con la fuerza suficiente como para dirigir
sus manos.
Hay quien piensa que VOX, asentado en el gobierno, suavizará
su postura –mira PODEMOS, dirán los amantes de dibujar simetrías-. Tal vez,
pero sería bastante más adelante, no ahora. En fase de crecimiento, uno
necesita hacerse notar, dar voces en la mesa, matar freudianamente al padre. Lo
que consigan en Castilla y León no lo valorarán per se, somos caza menor, una
perdiz para abrir la montería.
Parte de la ‘gente de bien’ se ha echado al monte. Ya ven,
yo, a quien llamaban antisistema, que nunca paseé un domingo por la calle
Santiago, parezco un tipo corriente.
Publicado en "El Norte de Castilla" el 09-02-2022
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