No sé si el Valladolid logrará el ascenso. No me importa. Bueno, no me da igual que ascienda o no, me es indiferente que lo logre para reconocer que me encanta lo que veo cuando juega como local, para ensalzar el camino elegido. El Pucela encadena en Zorrilla casi una docena de demostraciones de buen fútbol. Falta que fuera de casa la imagen se acerque. Si es por el ruido del público, que los jugadores se lo pongan grabado.
Buen fútbol entendido incluso desde antes de empezar a
jugar, desde la propuesta con la que enfrenta el partido. Contra el Girona,
pese a no vencer, no fue una excepción sino el epítome de las virtudes. En el
camino está el placer. Se amortiza el precio de la entrada. El aumentativo
‘partidazo’ tomó un doble sentido, el que apunta al juego del Pucela y el que
definió el encuentro si añadimos que el Girona dio cumplida réplica.
No sé si considerar lo que hace El Yamiq como un añadido que
se ofrece por el precio de la entrada. El tío es un espectáculo por sí solo.
Por momentos es como un hijo cuando aún es demasiado niño, está para comérselo.
En otros, como de adolescente, te lamentas de no habértelo comido. Apunta L.M.
de Pablos en un titular que un error del marroquí echó por tierra la remontada.
Miki es demasiado bueno. No, no fue un error sino un yerro. No una acción
desacertada, sino una equivocación por ignorancia o malicia que malogró el
trabajo colectivo. Y no es la primera vez. Además, arruinó el titular que mi
mente había pergeñado minutos antes. Dado cuando
se produjeron los goles locales, teniendo en cuenta quién anotó el primero, lo
bien que hubiera quedado en jornada electoral un ‘León propicia el triunfo
vallisoletano’.
Publicado en "El Norte de Castilla" el 12-02-2022
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