Mañana, al alzar tímidamente la vista, serán conscientes de que el fútbol siempre concede revanchas, de que esta categoría traidora no acepta respiros, no respeta –no respeta porque apenas las considera– jerarquías. Constatarán entonces que en las tres jornadas disputadas en diciembre, tres citas de las que el Pucela tropezó en dos, los cuatro rivales que aparecían más próximos –por arriba y por abajo: Leganés, Espanyol, Sporting y Eibar– en la clasificación se han estrellado en las tres. Respirarán. No al modo del tonto que halla un consuelo auspiciado por el mal de muchos, no: valorarán el dato como una adecuada unidad de medida de la dificultad de esta longuísima travesía. Respirarán, aunque mirando de reojo a Racing de Ferrol, por próximo y por bueno. Mañana, entenderán que las revanchas concedidas por el fútbol solo adquieren valor para uno si es capaz de explotarlas. Lo que no ocurrirá si se empeñan en mostrar su peor versión –blandura defensiva, desactivación de la línea de creación, incapacidad para culminar el peligro generado– que acarreó una derrota tan imprevista atendiendo a la lejanía clasificatoria de los contendientes como esperada si nos atenemos a la idiosincrasia de un club acostumbrado a coleccionar petardazos predecibles por insospechados.
La temporada continúa, la letra de 'Dust of the Chase' prosigue como escrita por cualquier aficionado al fútbol: «La paciencia es una virtud que no poseo». Aunque su apoyo resista como indica el título original de la película, 'Hell or High Water', –contra viento y marea–.
Publicado en "El Norte de Castilla" el 19-12-2023
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