Desde que hace apenas un mes se cerrase el plazo para conformar las plantillas, nadie ignoraba las deficiencias de planificación, las carencias estructurales de la plantilla blanquivioleta en todas sus líneas. En unas, se podía achacar la falta de perfiles imprescindibles para enfrentarse a las diferentes circunstancias que una temporada precisa; en otras, lamentar el escaso nivel de los jugadores para afrontar una competición tan exigente;en algunas, temer que, ante el exiguo número de jugadores, cualquier contingencia –una tarjeta, una lesión–, comportase situaciones de vaciamiento que obligasen al técnico a improvisar. De esta última cortapisa descolla el déficit en los laterales de la defensa: dos de la primera plantilla para dos puestos, sin alternativas, sin siquiera recambio para emergencias. Dos, además, cuya posición idónea se sitúan en la derecha, lo que obliga, de partida, a componendas. Una y mil veces –como aquellos refranes que rascan en lo que ya sabemos– aflora la necesidad de sacarlo a colación y, ya que estamos, escribirlo al modo de las píldoras del refranero: «Con solo dos laterales, te acecharán todos los males».
El día tenía que llegar, Luis Pérez, lesionado, hubo de abandonar el campo. Ante el grifo seco, más por obligación que por convicción, hubo que recurrir al cubo al lado del pozo de la cantera: Raúl Chasco. A veces los grandes males provocan grandes remedios. Pero somos conscientes de que lo de Juma es excepción, de que lo de Chasco podría serlo, de que no conviene abusar, de que la realidad podría imponer esa necesidad. Pezzolano tendrá que cantar el 'Mia dolce rivoluzionaria' de los Modena City Ramblers: «no reniego de mi viejo camino. La utopía permaneció, la gente cambió, la respuesta es ahora más complicada».
Publicado en "El Norte de Castilla" el 29-09-2024
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