Digo yo que si de Jesús quedó glosada para la posteridad la intervención el día que se celebraba una boda en Caná de Galilea ofreciendo un vino de uva más preciada, madurado en mejor madera, más equilibrado o que podría perdurar sus veinte segundos largos, en los momentos en que ya el paladar habría de estar cansado; Pezzolano merece siquiera un breve comentario que alcance al menos algunos días por su resolución de alterar el sentido del concepto de 'once inicial'. Hace un par de semanas, bromeaba desde esta ventanilla apuntando que Pezzolano arrancaba los conciertos con tambores y los pretendía cerrar con violines. La anterior, Miki de Pablos, el jefe de esta sección de deportes, escribía que «en este juego al que se ha apuntado ahora Pezzolano [...], el equipo titular es el que acaba y no el que empieza los partidos». El club podría abrir las puertas del estadio y ofrecernos la posibilidad de disfrutar de un partidillo entre el once de arranque y el de alternativa. Apetece verlo.
Contra el Racing de Santander, el arte de birlibirloque reportó esperanzas y, a mayores, un par de puntos que bien podrían haber llegado con una propuesta clásica;desde entonces, las porterías rivales permanecen inmaculadas:la primera hora porque parece que no se quiere;después, porque falta tiempo y ya no se puede. Ítem más, si el subterfugio no arregla de inicio el desaguisado, Pezzolano se agobia, se angustia, dispone en el campo todas las piezas ofensivas de forma que los propios atacantes, por abundancia, se amontonan bien solapando, bien arrastrando defensas y, en conjunto, tapando las vías de llegada.
Al final, trasegar vino malo y disfrutar poco del bueno provoca resaca.
Publicado en "El Norte de Castilla" el 13-02-2024
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