“Si unos
tiramos por aquí y otros tiramos por allá la estaca cae, que bien podrida debe
estar”. ¿Se acuerdan de aquella canción de Lluis Llach? De seguro no pensó en
el Real Valladolid al escribir su canción. Es el milagro de la poesía. Uno lee
unos versos y siente que podría haberlos escrito, dan en la diana. El caso es
que lo tenemos ahí. Todos tiraron y al final el Pucela caerá. Y surgirá
un caudillo que generosamente se brindará como salvador. ¡Loado sea¡ Todo por unas pequeñas recalificaciones de nada (que es la forma de regalar
dinero de todos sin que se note). Y tendremos al Pucela mediocreando por la
primera división 6 o 7 años más. Vagabundeando por los caminos de la nada. Le
veremos sin recordar el pasado que es la mejor forma de no involucrarnos en su
futuro. No soy adivino, les estoy contando lo que ya ocurrió y que, me temo, se
repite cíclicamente.
Recuerdo el
poema de los comuneros, escucho los discursos oficiales y siento que, quemados
los pinares, no nos queda ni el encinar.
Y me hago una
pregunta. ¿Cuántos aficionados de mi barrio, La Victoria, son necesarios para
presionar a Caja España con la misma fuerza que un ciudadano determinado? ¿Una
persona un voto? Entelequias.
No hay comentarios:
Publicar un comentario