En
aquellos tiempos en los que el poder de los medios audiovisuales era
menor, el éxito se conseguía tras muchos años de ímprobo esfuerzo. Hoy,
la repercusión mediática permite que una anécdota se convierta en
categoría o que se eleve a los altares de la fama (que no del prestigio)
a una horda de iletrados. En aquellos tiempos, no hace tanto, había que
dar muchos pedales para sobrevivir. En estos, comprar un solomillo en
mala hora puede convertirte por un tiempo en referente imprescindible de
los noticieros. Y es que, para muchos, José Luis López Cerrón no es una
de las personas que más ha aportado al ciclismo, primero como corredor,
posteriormente como mentor y director para terminar organizador de
eventos. Es, simplemente, ese señor que llevó el solomillo con
clembuterol a Alberto Contador. Sin embargo hay muchos kilómetros
detrás.
Todo apuntaba a que trabajaría en la FASA, al fin y al cabo esa era la empresa en la que trabajaba su padre y para eso se estaba formando -estudió maestría industrial-. Pero,quizá por que no la tenía, le gustaba la bici. Frecuentaba un garaje en el que trabajaban unos chicos algo mayores que él y que solían salir a recorrer las carreteras de la provincia con sus bicicletas. José Luis no tenía medios para ir con ellos pero, supongo que les miraría embebido, el dueño del garaje le dejó la suya para que se uniera al grupo. El gusanillo ya había entrado. Repartiendo por Valladolid el 'vespertino' Libertad en la calle Santiago y descargando camiones de galletas pudo ahorrar para tener su propia bici de carreras comprada, eso sí, a trozos. Se federó y en la primera carrera llegó el primero pero al puesto de la Cruz Roja. A pesar de los consejos paternos, mejor en FASA, decidió seguir. Tras correr sin equipo durante dos años consigue entrar en un equipo juvenil que se acababa de crear en Valladolid, el CIPISA. Ahí continúa cuando pasa al campo amateur pero con una particularidad, solo pasan dos juveniles ya que se incorpora a su equipo el grueso de los corredores del desaparecido NOVOSTIL incluido su director: Javier Mínguez. La mili es como una rotonda, en el 79, al salir de ella hay que elegir el camino y FASA sigue sin poder contar con él. Se convierte en ciclista profesional de la mano del propio Javier en el MOLINER-VERECO. Allí siguió, con sus distintas denominaciones, hasta que, en el año 85, tras haber corrido cinco Giros y seis Vueltas, Javier Mínguez le pide que deje de dar pedales y se encargue de las tareas de dirección e intendencia porque pretende ampliar la base del equipo. Ese tándem se mantuvo unido quince años. Entre ellos los dos en que unieron fuerzas con el equipo más fuerte del momento, el BANESTO en el que Miguel Indurain engarzaba Tours en su palmarés y donde José Luis pudo disfrutar y sufrir con Miguel en sus intentos por asaltar el “record de la hora”.
Todo apuntaba a que trabajaría en la FASA, al fin y al cabo esa era la empresa en la que trabajaba su padre y para eso se estaba formando -estudió maestría industrial-. Pero,quizá por que no la tenía, le gustaba la bici. Frecuentaba un garaje en el que trabajaban unos chicos algo mayores que él y que solían salir a recorrer las carreteras de la provincia con sus bicicletas. José Luis no tenía medios para ir con ellos pero, supongo que les miraría embebido, el dueño del garaje le dejó la suya para que se uniera al grupo. El gusanillo ya había entrado. Repartiendo por Valladolid el 'vespertino' Libertad en la calle Santiago y descargando camiones de galletas pudo ahorrar para tener su propia bici de carreras comprada, eso sí, a trozos. Se federó y en la primera carrera llegó el primero pero al puesto de la Cruz Roja. A pesar de los consejos paternos, mejor en FASA, decidió seguir. Tras correr sin equipo durante dos años consigue entrar en un equipo juvenil que se acababa de crear en Valladolid, el CIPISA. Ahí continúa cuando pasa al campo amateur pero con una particularidad, solo pasan dos juveniles ya que se incorpora a su equipo el grueso de los corredores del desaparecido NOVOSTIL incluido su director: Javier Mínguez. La mili es como una rotonda, en el 79, al salir de ella hay que elegir el camino y FASA sigue sin poder contar con él. Se convierte en ciclista profesional de la mano del propio Javier en el MOLINER-VERECO. Allí siguió, con sus distintas denominaciones, hasta que, en el año 85, tras haber corrido cinco Giros y seis Vueltas, Javier Mínguez le pide que deje de dar pedales y se encargue de las tareas de dirección e intendencia porque pretende ampliar la base del equipo. Ese tándem se mantuvo unido quince años. Entre ellos los dos en que unieron fuerzas con el equipo más fuerte del momento, el BANESTO en el que Miguel Indurain engarzaba Tours en su palmarés y donde José Luis pudo disfrutar y sufrir con Miguel en sus intentos por asaltar el “record de la hora”.
En el 96 no consigue presupuesto para formar equipo y, junto a Mínguez, decide abrir una correduría de seguros y, cosas de la vida, consiguen que
una empresa del ramo financie un proyecto deportivo que le devuelve por
otros tres años al mundo del ciclismo como director. Tras ellos se hace cargo de la organización de eventos deportivos, varios relacionados
con su deporte como la Vuelta Ciclista a Castilla y León. En esta etapa
conoce a Alberto Contador, el resto de la historia es ya conocida. La
anterior es la del vallisoletano que, enamorado de la bici, no llegó a
fabricar coches.
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