jueves, 31 de octubre de 2013

LA LEY DE LA FRONTERA

A orillas de ese Mediterráneo que cantara Serrat suena un vals. Pablo y Anna, los novios, giran y giran arrobados mientras los invitados aplauden y vitorean la unión que se escenifica. La pareja no se diferencia de tantas otras en idéntico trance, pero el escenario y los figurantes explican que son otra cosa distinta de la mayoría. Ambos, no hay más mérito que el azar, son hijos de dos familias de potentados: los Lara y los Brufau, y solo por eso ya llaman la atención. La lista de invitados se pudo realizar copiando de la revista Forbes el listado de los 30 apellidos ‘ilustres’, las 30 familias que se reparten España. Para completar, simplemente hubo que añadir el nombre de alguno de esos capataces que tan bien defienden sus fincas. Dos de ellos, Rajoy y Mas, llevan tiempo peleando a banderazos por discusiones sobre dónde fijar la frontera de la responsabilidad de cada cual. Cuentan sus versiones a quien les quiera oír. Pero en la boda se ríen de estas cuitas con las que entretienen al personal, con las que evitan que el populacho mire al salón donde están los dueños de verdad de todas las tierras, las de allá y las de acá.   

Mientras, en un punto remoto, José Luis, Roberto, Antonio, Manuel, Carlos y Orlando, eran sepultados, no hay más demérito que el azar, por la misma tierra que picaban. Ellos son el límite, la muerte buscando la vida, pero su vida era sobrevivir sin más recursos que sus manos, y esa vida la defendieron para poder seguir viviendo. Hace poco más de un año marchaban a Madrid para que no les quitasen esas manos con las que han comido y han enriquecido a otros. Ellos son el límite, la muerte buscando la vida, pero son nosotros, la vida huyendo de la muerte, del desempleo, del trabajo precario, de la explotación.
Suena el vals, Mariano y Artur se esquivan. Los invitados les hacen corro y les aprietan para que bailen juntos. Se miran de reojo, se acercan. Todos se ríen, el salón retumba con el ¡que se besen, que se besen!  No lo hacen, no se olvidan de que solo son capataces y en estos tiempos es mejor enseñar el culo que mostrar las cartas. 

Publicado en "El Norte de Castilla" el 31-10-2013

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