sábado, 26 de octubre de 2013

AROMA VIEJO, NUEVA ERA



No hace tanto, ya corría este milenio, a una de mis tías (como no quiero que se enfade no diré cuál) le dijeron que un periódico de Valladolid había publicado un artículo mío en el que hacía alguna referencia a su pueblo y el mío. Me llamó para decirme que lo quería leer, que si se lo podía mandar. Le dije que no se preocupase, que se lo mandaría a José Luis (un vecino con internet) por correo electrónico y que él ya se encargaría de hacérselo llegar. No te preocupes, me dijo ella, ya me paso yo a buscarlo. Y añadió ¿cuánto tardará en llegar? Evité la carcajada y le dije que nada, que se pasase cuando quisiera, que ya estaba allí. Mi tía se río con mi respuesta más de lo que yo hubiera hecho con la suya y sentenció: Mira que nunca vas a cambiar, siempre con tus bromas, lo que quieres es que vaya para que José Luis se ría de mí. Oye, pues no hubo manera de convencerla de que le hablaba en serio.

Es difícil valorar el tamaño de un bosque cuando estamos en medio de él, quizá por eso no somos conscientes de la trascendencia de este momento que nos ha tocado vivir, un tiempo que dentro de unos siglos, si antes no nos hemos cargado la vida humana, aparecerán en los libros de historia al mismo nivel que la caída de Constantinopla o la llegada en tropel de europeos a la por entonces ignota América, fechas ambas entre las que murió la Edad Media.
Las transformaciones producidas estos años han sido tantas, y en tantos niveles, que ya nada se parece a lo que vivieron nuestros abuelos, la duda es si tanto cambio es capaz de ser asumido para bien por el cerebro humano cuyos surcos se han ido forjando a un ritmo mucho más lento de lo que nos requiere este espacio de transición. El fútbol, buen espejo de todo lo que le rodea, no podía permanecer ajeno a este proceso. Mientras el posmodernismo se hace eco de un partido entre dos colosos que llegará a todos los rincones del planeta, en Vallecas se produjo un partido antagónico, el que jugaron los dos más pobres de la Primera División. Un partido con olor a viejo mundo disputado en un estadio que rezuma el aroma del fútbol de antes. Un buen lugar para que el Pucela diera el puñetazo requerido en la mesa y, oído cocina, dio tres, plim, plum, plas, que deben servir para caminar más tranquilo en la adaptación a una liga que, en cuanto te descuidas, ha descubierto el correo electrónico mientras buscas un sello.  

Publicado en "El Norte de Castilla" el 26-10-2013

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