Esta democracia vestida de azul, con su camisita, con su canesú, se constipó y las urnas le prescribieron un jarabe para tomar con un tenedor. Ahora ya sabe que dos y dos son cuatro, como podrían haber sido seis, ocho o dieciséis. España, mitosis mediante, se ha convertido en madre e hija de sí misma. Las dos grandes células en esta lánguida etapa boqueaban en busca de un oxígeno que empezaba a faltarles por desapego generacional. Ambas se han dividido, pero para dejar todo como estaba. Añadiendo, eso sí, un complejo de Edipo que lleva a las huestes recién incorporadas al enfrentamiento con sus progenitores. Ahora toca contar con los dedos para lograr la suma de 176. Quizá las células viejas decidan unirse para frenar las veleidades de los chicos, quizá el encuentro se produzca entre las que antes se dividieron, quizá el parto de los montes haya sido un ratón y haya que volver a preñar las urnas. Todo quizá, lo único cierto es que la aritmética ha suplantado a los problemas. Ya solo se habla de esas cuentas, los problemas se arreglarán, de nuevo, a la española: dejando que el tiempo pase y que siga vivo lo que no muera.
Tal vez solo sea un sueño, solo haya ocurrido que España se quedó traspuesta en el sofá. El tiempo de zozobra fue nada más como la borrachera de un cuarentón. Un salir de casa tras una etapa de hastío, un romper por aquello de querer demostrarse que aún estaba vivo, una resaca con su consiguiente dolor de cabeza y vuelta a aquello que fue, al día a día rutinario. Los partidos nuevos tenían el reto de romper, pero han envejecido antes de nacer, no han aportado más que ese gin tonic que pudo alegrar los oídos una tarde noche. Su aportación a la política es paralela a la aportación de la nouvelle cuisine a la gastronomía: mucho nombre rimbombante, mucho plato enorme, mucha salsa de colorines para salir del restaurante con la misma hambre o más. España se me constipó, la tengo en la cama con mucho dolor.
Publicado en "El Norte de Castilla" el 24-12-2015
Buen análisis pos banquete, buen estudio celular,
ResponderEliminarpero no olvidemos,
que la cuenta de esos platos, as de pagar, y las células se alimentaran
Joaquin que bien sientan los dulces, a esa cabeza