En una de estas salidas que le caracterizaban, Alfonso Guerra
justificaba, allá por los primeros noventa, la pérdida de votos de su partido como
una muestra de su éxito. Más o menos, que lo habían hecho tan bien que hasta
los pobres, ya con su casa y su coche, se sentían ricos y que, como si fueran
perros de Pavlov, el sonido de ‘su’ timbre o de ‘su’ claxon les estimulaba no
sé qué glándulas que les hacía salivar hacia la derecha. Vamos, que según el
insigne ‘descamisao’ nadie propugna un modelo económico redistributivo salvo
que se beneficie de dicha redistribución. Una segunda lectura, aún más
perversa, nos llevaría a pensar que una organización de izquierdas se encuentra
en mejor disposición de ganar unas elecciones cuanto peor le vaya a la sociedad
en su conjunto.
La historia, sin embargo, le da la razón solo a medias. Tal vez sea
cierto que en situaciones de estabilidad exista un determinado número de
personas que actúen con la lógica propuesta por Guerra. Pero también, en esos
momentos, existe un mecanismo que funciona en sentido inverso por el cual
muchas personas apoyan los mecanismos redistributivos aunque no se vean ellos
mismos como los principales beneficiarios. Se entiende, por ejemplo, que haya
una cobertura por desempleo aunque no se aviste en el horizonte el miedo a
perder el trabajo. Ahora bien; cuando la situación socioeconómica amenaza a un
amplio espectro de la población, surge el miedo. Y el miedo siempre comprime,
arrastra a cerrarse en lo conocido a la vez que requiere dar forma a un enemigo
al que se le convierte en el epítome de todos los males.
Europa, la vieja y sebosa Europa, camina sobre esas aguas turbulentas en
las que no se quiere reconocer. Como entidad va atornillando sus puertas
encerrándose en sí misma; por otro lado, cada una de sus partes se refugia cada
vez más en discursos nacionalistas. El referéndum británico sobre la
permanencia o no en la Unión Europea es otra muestra de esta deriva. El debate
no ha girado sobre lo que significa la Unión y las ventajas o desventajas de
pertenecer a ella, sino que se ha cimentado con discursos identitarios en los
que los emigrantes son vistos como los responsables de la situación. En otros varios
países la ultraderecha va consolidando, con idénticas querencias, su posición. O sea, que aun yendo las cosas mal, se mira a
la derecha cuando existe a quien le va peor.
Publicado en "El Norte de Castilla" el 23-6-2016
Publicado en "El Norte de Castilla" el 23-6-2016
No hay comentarios:
Publicar un comentario