Imagen tomada de primaluce.es |
Si el objetivo de las elecciones catalanas era el de poner algo de luz en
las penumbras, vaya si lo ha conseguido. Una claridad que ha parido una curiosa
paradoja: no ha servido para despejar el panorama político en Cataluña; más
bien, lo ha oscurecido ya que el resultado ha sido como apretar la tecla
‘standby’ en un viejo reproductor.
Claridad, ya digo, sí han aportado las urnas. Han ejercido un loable
papel en el ejercicio de desenmascarar buenas dosis de impostura. Resulta que
los independentistas, con menos votos que los ‘unionistas’, tienen más escaños
en el ‘Parlament’. Y estos, ¡qué cosas!,
se lamentan de un hecho tan injusto. Los mismos principios legislativos
que han servido para que PSOE y PP, tanto monta, cimentasen sus mayorías
durante cuatro decenios, ahora, que les viene mal, son puestos en entredicho.
En 2011, por ejemplo, con menos de siete veces más de votos, el PP obtuvo una
representación diecisiete veces mayor que IU.
Resulta, también, que Ciudadanos ha sido declarada como la gran
triunfadora de los comicios. Se utiliza la expresión ‘ha ganado las
elecciones’. Expresión poco afortunada cuando nos regimos por un sistema
parlamentario donde los gobiernos no se deciden en las urnas. Los votos dan
cartas para jugar una partida, sin más, y no gana el que tiene más cartas sino
el que puede hacer mejor juego. Ciudadanos, en realidad, solo ha vencido al
resto de las fuerzas de su espectro político. No es poco,
pero no es ganar. Eso sí, su resultado tendrá más efecto fuera de Cataluña. Desde
ya es el recambio para un PP gastado que, más que solución, se había convertido
en un problema para muchos a los que ahora podemos considerar sus antiguos
votantes.
Por último, resulta que el partido de Ada Colau es nítidamente unionista
ya que en todas las sumas, a los votantes de su fuerza política, se les coloca en
ese lado del espectro. Parece que se les ha olvidado, por ejemplo, entre miles,
cuánto insultaron a Gerardo Pisarello, teniente de alcalde de Barcelona, por
una foto mal explicada en la que aparecía retirando una bandera española del
balcón del Ayuntamiento. Entonces eran malvados separatistas.
Un hecho sí que es incuestionable, en los tira y afloja de banderas, por
no saber o por no poder, la izquierda
siempre termina arrinconada, echada a un lado desde donde, al parecer, solo le
cabe mirar.
Publicado en "El Norte de Castilla" el 28-12-2018
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