Unos se pueden creer buenos, más que buenos o los mejores.
Pueden incluso serlo. Si además, en su entorno les repiten una y otra vez -bien
en confidencias, susurros que se tornan suaves caricias al oído, bien a coro en
los happening de su organización, voces que se vuelven abono para el ego- que
nadie como ellos; si dicho entorno, tanto da si convencidos de ello o haciendo
como si lo estuvieran, juzgan como injusto, casi como una afrenta, que el
resultado de unas elecciones no esté al nivel de dichos halagos, se corre el
riesgo de pasarse de frenada, de no medir bien los resultados. Valladolid Toma
la Palabra disfruta con su hermosura cuando se mira al espejo. Lo que, si no
son capaces de actuar sustrayéndose de ello, puede abocarles a una larga
travesía por el desierto porque la política no va de hermosuras, merecimientos
ni bondades. Y aunque, visto lo visto en otros lares, obtuvo un buen resultado,
perdió un concejal y su anterior socio
ganó tres. Una realidad que le quitó la etiqueta de imprescindible para
alcanzar una mayoría. La política es aritmética.
Uno puede tener la piel especialmente fina, sentir una
desconfianza sobrevenida ante lo que considera una deslealtad y tal vez no haya
sido más que un juego de posiciones para enfrentarse a una negociación. Puede
que los números, los resultados obtenidos en las elecciones citadas, le hayan
inflado la autoestima de tal manera que le haga percibir que el montón de votos
forman una colina desde la que desplegar su poder a lo Braveheart, desde la que
arengar a sus masas. Óscar Puente disfruta con su musculatura cuando se mira al
espejo. Pero la política no va de culturismos, ni de discursos
altisonantes. Lo que, si no es capaz de
entender que en sus votos y los de sus ahora rivales existía un buen poso de
aprobación al planteamiento de la legislatura anterior, puede amargarle la
presente. La política no es solo aritmética.
Si ambas partes dejan sus espejos y entienden que desdecirse
no es una traición, están a tiempo de reeditar un pacto que funcionó. En caso
contrario, perderán ambos. A unos les toca decir sí a lo que antes dijeron no; al
otro ofrecer lo que dijo que ya no iba a ofrecer.
Publicado en "El Norte de Castilla" el 13-06-2019
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