Ahora pienso que es bastante probable que hace poco más de
un lustro yo estuviera equivocado. Por aquel entonces, acababa de ver la luz
una organización que era de todo menos lo que yo entendía por una organización.
Al fin y al cabo, Podemos tenía más que ver, en cuanto a su estructura, con un
movimiento difuso que pretendía rodear de ilusión y de propuestas un espacio
social que se sentía maltratado por los efectos de una multicrisis que por una
estructura sólida en la que personas con fines similares aglutinan sus fuerzas
para intentar conseguirlos. En ese sentido, la irrupción de Podemos, ya desde
su propia configuración, deparaba la ruptura con el modelo clásico de
organización, incluso con la ‘organización’ como concepto; suponía, por ello, un
nítido paso atrás. Echando la vista hacia el pasado -el tiempo allana el
horizonte, permite observar con calma, englobar más elementos en la mirada- algunas
preguntas encuentran respuesta. En paralelo, por esa misma distancia -se difuminan
los perfiles, rebrotan las dudas- algunas respuestas vuelven como un bumerán en
busca de pregunta.
¿Podemos fue causa o consecuencia? ¿Su nacimiento puso en
cuestión y deshizo el arquetipo sólido de organización o ese modelo ya estaba
muerto aunque en su seno no se fuera consciente de la defunción? No encuentro respuesta.
Sea causa o consecuencia, lo que ya entonces parecía obvio, y
hoy se confirma, es que una organización sin organización solo puede resultar
eficaz en un primer momento, inmediatamente después de su sorpresiva irrupción,
si su golpe es certero, si se atina con el descabello. No habiendo sido así en
el caso de Podemos, solo quedaba esperar el punto en que se bifurcase su
camino: de un lado quienes aún practican el cesarismo devoto; de otro, quienes
fueron presa de la desilusión, de la decepción. Entre estos, unos cuantos se
fueron a sus casas; otros cuantos se consuelan pensando que cualquier otra
opción es aún peor y los últimos juegan a abrir matrioskas. La última se llama
Errejón. Más adelante -dejadme a mí que yo lo arreglo todo- vendrá otro, habrá
más. Sin organización, el discurso deviene en una
retahíla de eslóganes; sin discurso, la izquierda queda en nada. Y ante la nada
cualquier cosa es una diferencia irreconciliable. Y vuelta a empezar.
Publicado en "El Norte de Castilla" el 26-09-2019
PODEMOS empezó teniendo una estructura modular para pasar a tenerla piramidal. Su liderillo pretendió dar lecciones a la vieja izquierda, para terminar repitiendo los mismos esquemas. ¡Una grandísima decepción!
ResponderEliminarEstas nuevas generaciones 'mejor preparadísimas' al final no han dado la talla.