Los acuerdos se firman
debajo de un texto, se suscriben a la sombra de un contexto. ¿Qué ha variado
para que la misma entente imposible poco antes se haya cerrado en horas? No es
el texto, por mayo podría haber sido perfectamente el mismo, ya que, más allá
de algún vector indicativo, lo convenido no es más que un cúmulo de esas
grandes palabras que, vaciadas por un manoseo fraudulento, suelen ser preámbulo
de grandes decepciones.
El mapa contextual,
aparentemente igual, salvo por la aparición en Ciudadanos de una tubería que
desagua en VOX y el PP, es radicalmente distinto. Ahí se sitúa el triunfo del
PSOE: donde todos veían a potenciales aliados -Ciudadanos y UP-, Sánchez
constató una indeseada rivalidad. Las nuevas elecciones le han salido bien. Sí,
él muestra un rasguño, pero su competencia lateral ha salido trasquilada: asesinado
el primero; herido con potencial gravedad el segundo. A la derecha la ha dejado
rota en dos mitades que, por más que acuerden en los territorios, se miran cada
vez con más desconfianza. Entre sus jefes y, sobre todo, entre sus bases. No
hay peor cuña que la de la misma madera.
Los acuerdos se firman en
la confianza de que los firmantes son lo que son. Hoy el PSOE es lo que siempre
ha sido y UP, mucho menos que hace medio año, uno o dos. Y no solo mucho menos,
también es algo diferente o se le percibe diferente. Estos meses han servido
para que la carne fresca de UP haya curado al estilo de los jamones. Lo que
ahora vemos es la misma pieza, sí, pero ya asimilada al sistema de una España
en que cualquier mínima desviación suena a rupturista. Por ósmosis, ha perdido
el líquido que le enfrentaba a los consensos del 78 -respira, Felipe-. En
paralelo, ha absorbido el punto de sal que le convierte en asumible para los
paladares del poder. Hace unos meses, cuando se comprometían a ser buenos
chicos Pedro Sánchez no les creía o hacía como que no les creía. Hoy está
convencido de que la fiera está domesticada. El mayor triunfo de la derecha es
que hasta la izquierda se ha derechizado, que no queda (casi) nadie que
cuestione con rigor el orden establecido.
Publicado en "El Norte de Castilla" el 14-10-2019
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