miércoles, 13 de enero de 2021

SON LOS PADRES

Aunque los hechos se produjeran ya en la media tarde de aquí de ese seis de enero, el estruendo nos desconcertó tanto como para hacernos creer que despertábamos unas horas antes, a media noche, de un sueño profundo para descubrir frente a nosotros la impostura: nuestros padres dejando discretamente unos regalos sobre los zapatos que, bien embetunados, habíamos colocado horas antes sobre el poyo de la ventana.

De golpe, para quien de antemano no lo tuviera claro, hubo constancia de cómo funcionaba la mascarada: la democracia son los padres y los padres somos nosotros. La apariencia de libertad civil en la que vivimos a la que denominamos con ese pomposo nombre, ‘democracia’, solo es posible si actuamos como si creyéramos en ella, nos dotamos de unos usos y liturgias propios y reconocibles y actuamos en consecuencia. De lo contrario, el cuento de los Reyes Magos se nos viene abajo.

La posibilidad de vivir en un entorno de libertades civiles, en un sistema que las respete y ampare, es posible si mantenemos la ficción institucional. Por puro embelesamiento, habíamos asumido que en nuestro ámbito geopolítico, en lo que eufemísticamente denominamos ‘occidente’, la democracia era algo tan sólido y consolidado como la tradición de la noche mágica de Reyes. Y no. El asalto al Capitolio estadounidense ha dejado patente la finura de la piel de un sistema que necesita poco para rasgar.

Un añadido: los Reyes Magos solo llegan si los padres tienen dinero para pagar los regalos. Si a la democracia no la sustenta una sensación de bienestar ampliamente extendida de nada sirve limpiar y colocar el zapato la noche del cinco de enero. La necesidad, la sensación de desamparo, generan preguntas que son precisas y pertinentes. A partir de ahí, corremos el riesgo de que las respuestas sean incorrectas.   


Publicado en "El Norte de Castilla" el 13-01-2021

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