No pocos, con un punto de insidia, apuntaron una posible fuente de inspiración: los señoritos de ‘Los santos inocentes’, entendiendo que Delibes/Camus pretendieron reprobar a los dueños del cortijo. Y no, no retrataron a los ‘Ivanes’ -no al menos para cuestionarles y esperar un cambio imposible; todo lo más, se adecuarán a los tiempos que les correspondan-. Nos radiografiaron a nosotros: cada página del libro, cada fotograma de la película, muestra la docilidad, la mansa asimilación de la realidad, el espíritu servil de los sirvientes. Solo Azarías, el loco, el niño que no creció, bien que a su bestial manera, rompe con esa sumisa dinámica. Y, ojo, no por la suma de agravios, sino por un ataque a sus sentimientos, a su ‘milana bonita’. Los cuerdos, “lo que usted mande, para eso estamos”. Y entre medias, el más indigno, el ‘Périto’, siervo elevado al papel de domesticar siervos.
Nuestros tiempos son otra cosa, Paco y la Régula tenían
mucho que perder: ese poco, justo para sobrevivir, era todo. La supervivencia
es la supervivencia. Nosotros tenemos menos excusa. En común, la aspiración de
que nuestros hijos progresen. Y que encontramos soluciones similares: que se
vayan de aquí.
Publicado en "El Norte de Castilla" el 26-01-2022
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