Desde esa altura clasificatoria, la panorámica es majestuosa. Si nos quedamos en el resultado o con el tramo final del partido, se puede uno preguntar lo que, en la cima del pico, Simba interpeló a su padre: “¿Y todo será mío?”.
Podrá, pero siendo cierto lo que hoy se ve, la simple visión
no conlleva el acceso a todo ese dominio. Es más, que te lo muestren por
adelantado puede tener más de trampa que de oferta, no ser otra cosa distinta a
una tentación como el panorama de todos los reinos del mundo que, desde un
monte muy encumbrado, mostró a Jesús el diablo: “todas estas cosas te daré…”.
Toca al Pucela decir: “aparta de ahí, Satanás”, y seguir picando.
No dudo que será así. La tierra lo da, no permite otra cosa.
Tras ver el partido en ‘El Tejadillo’, me apresuro y salgo corriendo para estar
aquí con ustedes. Me da el alto un habitual del Pucela, un chico rozando la
treintena, rubio, no especialmente alto, fornido, cuerpo de defensa lateral de
los de antes.
-Robledo, si vas a
escribir del partido no te vengas arriba.
Le sonrío y le reto.
-Si me dices una frase, la escribo.
-Cuatro ocasiones, cuatro goles, esa es la verdad.
-Y tres de tres defensas distintos -apunto.
No le falta razón aunque las ocasiones fueran cinco. Buen
obrar. Azar que sonríe. Panorámica que se abre. Pero sin venirse arriba.
Publicado en "El Norte de Castilla" el 06-03-2022
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