martes, 6 de septiembre de 2022

EL AGUA CONVERTIDA EN VINO DEL BUENO

El orden de los factores, sabemos, no altera el producto. Propiedad conmutativa se denomina la cosa. Pero sí las sensaciones. Por eso la fruta, pese a que no pocos nutricionistas –bromatólogos, me especifica Yepes– indiquen que es preferible comerla con el estómago vacío para que se produzca una mejor absorción, se deja para el postre con el fin de terminar la comida con el mejor sabor posible. Por eso Jesús, en su primer milagro, convirtió en un vino mejor que el que se había agotado el agua con el que previamente se habían llenado seis tinajas. Claro, que en estos casos, como recordaba el maestresala, la costumbre ordenaba ofrecer primero el vino bueno. Al fin y al cabo, una vez 'mamaos' cuesta diferenciar el Vega Sicilia del Don Simón. Por eso mismo, él se había sorprendido al probar el líquido manjar de la segunda remesa.

Fran Sánchez, director deportivo del Real Valladolid, ha trabajado, seguramente porque las cosas no hayan podido salir de otra manera, según el consejo del maestresala. Poco ha quedado para el postre. Tal vez entendía que la afición ya estaba beoda tras haberse bebido con satisfacción los fichajes previos.
Alguno ya empieza a funcionar. Si lanzamos la mirada sobre el partido de Escudero ante el Almería empezamos respirar tranquilos. Sus tres primeros encuentros habían sido funestos. Cabe como atenuante a tanta sangría que por su banda habían desfilado Pino, Lamela y Raphinha, tres de los mejores filos de la competición. También, que el transcurrir de los partidos afina el estado de forma y ensambla la labor colectiva. A la cuarta, ante atacantes más mundanos, más cercanos a lo que se estila por este nuestro pago, ha aparecido el Escudero que esperábamos. A mayores, al estar menos expuesto atrás, se ha liberado y se ha proyectado al ataque desde donde ha lanzado peligro dirigido en forma de parábolas sucesivas. Parábolas en las dos acepciones del término, lanzaba los balones dibujando unas curvas tan precisas que parecían narraciones cargadas de verdad.

El sabor del vino nuevo, de la fruta final, nos lleva con demasiada frecuencia a mantener en un olvido, siquiera pasajero, a lo que de forma habitual nos servía como sustento. A veces, muchas, el mejor fichaje es la permanencia de lo que ya teníamos y que funcionaba. Añado, no solo que se mantenga, sino que persista el rendimiento mostrado en temporadas anteriores. Es el caso de Weissman, quien tras una temporada de ausencia vuelve a probarse en la Primera División. Y qué manera la de retornar, con gol postrero y definitorio en el que aúna talento y oficio. Visto, parece sencillo, no lo es. Se necesita un talento, innato por definición, que le permite imaginar la jugada y su participación, un oficio que, tras separar lo magro de lo insustancial, afina el talento y lo convierte en más eficaz. Sumemos un trabajo como término medio que posibilita ejecutar lo imaginado. La ejecución con un solo toque y el remate como sea pero pero que busque una esquinita de la meta rival para alejar la pelota del portero, no fueron de casualidad. Es el resumen de una profesión: descerrajador de porterías.

Al final, con ese gol, una victoria a los puntos, intrascendente en la clasificación, se convirtió en un KO. El agua fue transformado en vino y el Pucela completó su primer milagro de esta vida pública. Para los descreídos de la vida, es de suponer que Tomás también acudió al casamiento de Caná, el milagro fue doble. Ocurrió y lo vieron. Al menos ha de servir para acallar ese miedo que nos arrastraba a temer que el Pucela fuese un intruso en la categoría. Ante un rival con un potencial menor que el de los grandes de partidos previos, no solo ganó, fue mejor.

Publicado en "El Norte de Castilla" el 06-09-2022

No hay comentarios:

Publicar un comentario