jueves, 5 de octubre de 2023

DE MURPHY AL EFECTO MARIPOSA

Todo, absolutamente todo, interfiere en el desarrollo de todo lo demás. John Barr, protagonista de la novela 'La legión del tiempo' publicada en 1938 por Jack Williamson, puede recoger del suelo un imán o un pedrusco. Un dilema en apariencia intrascendente; una anodina decisión de las que cada día, incluso de forma inconsciente, se toman por cientos;un pasaje olvidado al caer la noche; abre una puerta, la que da acceso a una prolífica carrera científica que aportará a la humanidad conocimientos suficientes para erradicar todos sus males, y cierra la de enfrente, un portón que propicia una vida gris al protagonista, un espacio para el avance científico ocupado por unos seres malvados que allanarán el advenimiento de una tiranía, si elige el imán. O viceversa. Tras la publicación de la novela, a estos puntos en uve, estas bifurcaciones de caminos, se les denomina 'Puntos Jonbar', eventualidades mínimas que pueden suponer giros trascendentes en el desarrollo de la Historia. O de las historias, si hablamos de la ficción. Las ucronías, por ejemplo, se despliegan a partir de la modificación de un hecho histórico cierto, de un Punto Jonbar en el que el autor parte de la elección opuesta a la que aconteció.
En realidad, vuelvo al principio, todo, absolutamente todo, interfiere en el desarrollo de todo lo demás, todos los puntos son Jombar:el que yo vuelva a casa inmediatamente después de concluir este texto o me dé una vuelta por Valladolid influirá en la categoría en que juegue el Pucela en diez o doce años. Fantaseen, fantaseen, y advertirán la enormidad de ínfimos trances susceptibles de ser modificados y sus efectos mariposa: la infinita gama de consecuencias imprevistas que de ello se deriva. Aun, se les escaparán infinidad de ellas. Ya hubo quien teorizó al respecto: el sociólogo Robert King Merton publicó en 1936 'Las consecuencias imprevistas de la acción intencional'. No podremos jamás calcular todas las consecuencias de cada hecho.

Tras la llegada del VAR, para evitar errores irreparables y amparar así a los atacantes, se entendió pertinente permitir que concluyesen jugadas que previamente habrían sido detenidas con un silbatazo al inferir el linier una posición antirreglamentaria. Con ese 'favor' Raúl Moro, veloz, explosivo, emprendió una carrera hacia el marco rival, una galopada que –aun habiendo logrado su objetivo de gol– quedaría en nada, un sprint maldito cercenado de sopetón. Una 'pedrada' en el muslo le abatió. El corolario de un criterio que se estableció con la intención de generar sonrisas en los Moros que garabatean con el balón en los pies. Una tostada que imprevistamente cayó y lo hizo del lado de la mantequilla. De Elda, el Pucela extrae tres puntos y la certeza de la ausencia por unos partidos de un jugador que aporta y hace disfrutar. Le estaremos esperando, a ser posible con la racha de victorias abierta.

Publicado en "El Norte de Castilla" el 04-10-2023

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