sábado, 28 de octubre de 2023

EL YUNQUE EN LA SABANA

Una de las ventajas de redactar con el ordenador respecto a escribir sobre un folio estriba en la facilidad de borrado de los contenidos que muestra la pantalla. ¿No te gustó lo escrito, detectaste un adjetivo que no concordaba con el nombre al que calificaba o determinaba, un determinante inadecuado, un verbo de distinto número y persona que el sujeto al que refería la acción o, Dios me libre, te asaltó una falta de ortografía?, un golpe de ratón suprime cualquier vestigio del error sin necesidad de tachaduras, de inutilizar medio folio o de intentar, con la pelotilla formada estrujando el papel inservible, encestar una canasta de tres puntos en la papelera. Otra facultad por la que el ordenador goza de prelación radica en la posibilidad de reciclaje de algún fragmento de texto con el que casualmente te topas. Verán, con las orejas gachas tras el final de la exhibición del Eibar, Pucela mediante, en Ipurua, me dispongo a escribir aún no sé qué. Aprovecho una maqueta en la que pervivía el artículo escrito tras el partido ante el Espanyol. Me fijo en el título, 'a por seis o media docena'. Me figuro a cualquier jugador del Eibar, aún no ahíto pese a la manita (o manotazo), reclamando otro, anhelando más, exhortándoselo a sus compañeros. En mi cara se dibuja una de esas sonrisas mentirosas, de las que dan sentido a lo de reír por no llorar.
Rumio el partido como una vaca tumbada en el prado irritada por cinco moscas cansinas que se posan en el entorno de sus ojos. Me consuelo pesando que pocos fueron, que si hiciésemos caso a esa mentira que denominamos justicia futbolística asumiríamos que el maletero del autobús del Pucela no dispone de hueco suficiente para haber dado cobijo al saco de goles que pudo haberse conformado.

A modo de advertencia, hemos escuchado un sinnúmero de veces que no conviene tocar lo que funciona. O a Pezzolano nunca le reprendieron –quizá de tan formalito nunca hubo necesidad– con tal aviso o, caso de haberlo escuchado, el consejo le salió por el oído de enfrente. Así que vuelta la burra al trigo del sistema de tres centrales que, bien por el perfil de los que cuenta (sanos) la plantilla, bien por disposición en el terreno, bien por desdeñar el papel de Juric, desmorona el entramado defensivo e invita al rival, con un par de simples pases, a presentarse ante el meta pucelano y asaetear con frenesí su portería.

Luego, siempre, Pezzolano rectifica. Me recuerda al hombre que, caminando por la sabana cargado de un yunque, se cruzó con otro que le inquirió por la razón de portar tan pesada carga. Aquel, convencido de su decisión, casi sorprendido por encontrarse en la tesitura de relatar lo evidente, le explicó que le servía para defenderse de los leones. '¿Cómo?', no menos sorprendido, interpeló el segundo paseante. '¿Cómo que cómo?, pues si viene un león, suelto el yunque y corro más'.

El Pucela a veces se ha salvado porque su velocidad le permite escapar del felino y salvar el tipo; otras, porque el león no tenía dientes. El Eibar corre y muerde. El yunque de salida, además, le concedió demasiada ventaja.

Publicado en "El Norte de Castilla" el 28-10-2023

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