Hace dos años era nada y era
todo. De golpe la calle dejó de ser solar y recobró la vida, la plaza era, de
nuevo, ágora. La política, esa peste de la que había que huir según los que
siempre vivieron de ella, empezó a ser tema cotidiano de conversación con el
peluquero, con la quiosquera, en el ascensor. Bob Dylan nos preguntaba que cuántas
veces puede un hombre volver su cabeza fingiendo simplemente que no ve. Súbitamente
se sufría por los efectos secundarios de la ingenuidad, haber regalado la
política a unos pocos, haberla dejado en manos de unos personajes que se fueron
convirtiendo en casta. Y así, con la desfachatez de quienes se saben
impunes, regalaron el país para quedarse con las mordidas. No fueron muchos los
que se lo llevaron crudo, pero fueron pocos, muy pocos, los que mantuvieron la
dignidad, los que denunciaron que ‘la ley’ venía dictada desde arriba para que
se sirviesen de ella como de un guante blanco. Regalaron el país mientras
fingían emocionarse con sus símbolos, estos patriotas de pulsera rojigualda
lloraban ante la bandera mientras entregaban en bandeja a sus paisanos.
Hace dos años era todo y era
nada. De golpe al edificio construido, mal que bien, a lo largo de muchos años,
se le vieron las entrañas. Una vez derrumbado supimos que la fachada era de
yeso y las paredes delgadas como tabiques de media asta. Súbitamente nos
sentimos vulnerables. La habitación de la educación, el cuarto de la salud, el
baño en el que las personas dependientes hacían sus necesidades, daba a la
calle. Nuestras miserias se veían y veíamos las miserias de los demás. Cuántas
muertes, nos preguntaba Bob Dylan, serán necesarias hasta que él comprenda que
ya ha muerto demasiada gente.
Hace dos años una fecha dio nombre
a un movimiento poliédrico, ingenuo y resabiado, presente e inconcreto,
indignado e ilusionado. Pretendían todo sin ser nada, son nada pero han dejado
claro que todo está por hacer sin permitir que nos lo hagan.
Desde entonces ya nada es lo
mismo, pero todo sigue igual. Seguimos esperando una respuesta que no termina
de llegar y queremos ser parte de ella. Pero, amigo mío, la respuesta continúa
flotando en el viento.
Publicado en "El Norte de Castilla" el 16-05-2013
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