Imagen tomada de www.nomepierdoniuna.net |
Han pasado seis años, solo seis años, desde aquel 15 de mayo en que las
plazas dizque espontáneamente empezaron a llenarse de gentes dizque indignadas.
A hechos de este pelo debió de referirse Albert Einstein cuando en la
formulación de su teoría de la relatividad anticipó el fenómeno de la
dilatación del tiempo, porque echando la vista atrás tengo la sensación de que
ha transcurrido una eternidad. Tan largo se ha hecho que apenas recordamos el
nimio detalle de que a la par que se ocupaban las plazas, se iniciaba el
proceso que habría de vaciar posteriormente las calles. Eso sí que fue una
moción de censura en toda regla, la neoindignación se postuló con éxito
convirtiéndose en el elemento axial de la respuesta política. El 15M lo era todo
y no era nada. Al poco, como no puede ser de otra manera cuando detrás no
existe propuesta compartida, el movimiento se diluyó como la vida del
replicante de Blade Runner, como lágrimas en la lluvia.
Sirvió, eso sí, como rito iniciático para una generación que se sintió
protagonista por un día; como acomodo intelectual para otra que creyó encontrar
el ábrete sésamo con el que se abrirían de par en par las puertas de una
revolución perennemente postergada. Pasado un tiempo no fue más que un señuelo
electoral, la excusa para una espera de un seguro advenimiento, un cambalache
que sirvió para convertir la participación y el debate político en una suma de
clics al teclado de un ordenador.
Una eternidad de seis años después, el único apunte con algo de enjundia
es el frágil gobierno en alguna gran capital. Por lo demás, nada; si acaso, alguna
moda estética. Medio año después de la ‘performance’, Mariano Rajoy se instaló
en la jefatura del Gobierno. Ahí sigue, incólume, rodeado de casos aislados de
corrupción económica -trinque- y política –uso patrimonialista de las
instituciones del Estado-. Aun así, para la sociedad española, la alternativa,
suena duro, ofrece menos confianza.
Seis años que parecen una eternidad porque la nada siempre se hace larga,
porque se ha levantado, y tragado, mucho polvo en la travesía de este desierto
que ha conducido de la indignación a la resignación. Y queda mucha arena por
delante.
Publicado en "El Norte de Castilla" el 18-05-2017
No hay comentarios:
Publicar un comentario