Cuentan que un chavalín que apenas levantaba dos palmos se
encontró entre sus deberes una pregunta cuya respuesta no tenía nada clara.
Tras pensárselo y no dar con una respuesta que le convenciese decidió pedir
ayuda a su hermano mayor.
- Oye, Luismi, ¿me puedes
echar una mano con los deberes? Es que hay una pregunta que no sé responder.
El hermano mayor, un
adolescente petulante, valga la redundancia, quiso dejar claro que aún existía
una diferencia de nivel, que él bien habría de saber lo que el pequeño
desconocía.
-
Claro, dime.
-
¿Qué está
más lejos, la Luna o Cuenca?
-
Cuenca, claro.
El renacuajo no debió de quedar muy convencido.
-
¿Seguro?
No le faltaba razón, ‘a tres calles de aquí’ está
infinitamente más lejos que Totalán, provincia de Málaga, que algunos emplazamientos
de Venezuela, capital Caracas. Desde mi casa no se ve ningún punto ‘a tres
calles de aquí’, nada de lo que allí acontece se cuela en mi salón. Puede ser,
no sé, que el paro lleve años haciendo mella en alguna familia que viva en una
calle a tres calles de mí, que una pensión se tuviera que estirar como un
chicle para abarcar 30 días y tres generaciones. Puede ser, no sé, que en otro
portal de aquella misma calle, alguna pareja viese como su proyecto vital
encallaba ante la inseguridad, una inseguridad que no es sinónimo de
incertidumbre, sino todo lo contrario, de certeza. Certeza de que no habrá
seguridad, de que los contratos irán y vendrán sin garantía alguna de que vayan
a consolidarse, de que pasado mañana no haya una patada y vuelta a
empezar. Certeza de que el sueldo solo
dará para sobrevivir si se hacen logaritmos. Puede ser, no sé, que muchas
calefacciones no se pongan aunque el termómetro de la calle marque un número
negativo; que el centro de salud se llene de gripes y catarros más allá de lo
que la estadística marca como razonable. Puede ser, no sé, que la droga, la
huida que sin haberse ido nunca vuelve y revuelve para ocupar los espacios
vacíos del interior, haya destrozado la convivencia en algún cuarto sin
ascensor a tres calles de aquí; que alguna mujer no pueda escapar de una
situación cotidiana de malos tratos porque, ¡ay!, más ‘cornás’ da el hambre,
más frío hace en la calle. Puede ser, no sé, que Totalán, provincia de Málaga, que
algunos emplazamientos de Venezuela, capital Caracas, estén más cerca porque
las gentes de mi calle y las de ‘a tres calles de aquí’ hayan elegido ver la
tele para olvidar la realidad de tres calles más allá.
Publicado en "El Norte de Castilla" el 31-01-2019
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