jueves, 31 de enero de 2019

CUENCA ESTÁ MÁS LEJOS

Cuentan que un chavalín que apenas levantaba dos palmos se encontró entre sus deberes una pregunta cuya respuesta no tenía nada clara. Tras pensárselo y no dar con una respuesta que le convenciese decidió pedir ayuda a su hermano mayor.
-          Oye, Luismi, ¿me puedes echar una mano con los deberes? Es que hay una pregunta que no sé responder.
El hermano mayor, un adolescente petulante, valga la redundancia, quiso dejar claro que aún existía una diferencia de nivel, que él bien habría de saber lo que el pequeño desconocía.
-          Claro, dime.
-           ¿Qué está más lejos, la Luna o Cuenca?
-          Cuenca, claro.
El renacuajo no debió de quedar muy convencido.
-          ¿Seguro?
-          Claro, ya te digo, ¿tú ves Cuenca desde aquí?
No le faltaba razón, ‘a tres calles de aquí’ está infinitamente más lejos que Totalán, provincia de Málaga, que algunos emplazamientos de Venezuela, capital Caracas. Desde mi casa no se ve ningún punto ‘a tres calles de aquí’, nada de lo que allí acontece se cuela en mi salón. Puede ser, no sé, que el paro lleve años haciendo mella en alguna familia que viva en una calle a tres calles de mí, que una pensión se tuviera que estirar como un chicle para abarcar 30 días y tres generaciones. Puede ser, no sé, que en otro portal de aquella misma calle, alguna pareja viese como su proyecto vital encallaba ante la inseguridad, una inseguridad que no es sinónimo de incertidumbre, sino todo lo contrario, de certeza. Certeza de que no habrá seguridad, de que los contratos irán y vendrán sin garantía alguna de que vayan a consolidarse, de que pasado mañana no haya una patada y vuelta a empezar.  Certeza de que el sueldo solo dará para sobrevivir si se hacen logaritmos. Puede ser, no sé, que muchas calefacciones no se pongan aunque el termómetro de la calle marque un número negativo; que el centro de salud se llene de gripes y catarros más allá de lo que la estadística marca como razonable. Puede ser, no sé, que la droga, la huida que sin haberse ido nunca vuelve y revuelve para ocupar los espacios vacíos del interior,  haya destrozado la convivencia en algún cuarto sin ascensor a tres calles de aquí; que alguna mujer no pueda escapar de una situación cotidiana de malos tratos porque, ¡ay!, más ‘cornás’ da el hambre, más frío hace en la calle. Puede ser, no sé, que Totalán, provincia de Málaga, que algunos emplazamientos de Venezuela, capital Caracas, estén más cerca porque las gentes de mi calle y las de ‘a tres calles de aquí’ hayan elegido ver la tele para olvidar la realidad de tres calles más allá.



Publicado en "El Norte de Castilla" el 31-01-2019

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