domingo, 5 de julio de 2020

QUÉ BIEN VIENES HOY

Foto "El Norte de Castilla"
La verdad, para qué engañarnos, en eso de la imagen o la apariencia siempre fui muy básico y despreocupado. Calzoncillos y calcetines aparte, tiro con un par de vaqueros, tres a lo sumo, una docena entre camisas y camisetas, un abrigo para el mucho frío y otro para el frío regular. Me afeito cuando la barba me empieza a molestar, me corto el pelo cuando la melenilla me da demasiado calor.  Por eso, el día que, bien por casualidad, bien por no desentonar mucho en algún evento BBC, se produce el alineamiento planetario y me presento afeitado, con el pelo recién cortadito, estreno zapatos y la ropa va planchada,  me suele ocurrir que alguien de entre los que bien me quiere me espeta aquello de “¡‘Juaqui’, qué guapo vienes!, ¿tanto te costaría ir siempre como hoy?”. Claro, como ya me lo sé, llevo la respuesta preparada y envuelta en una sonrisa, “si me vieses siempre tan arreglado como hoy, nunca me dirías lo guapo que voy. Así, yendo una vez cada mucho, me lo dices y me arreglas el día”. Suficiente material para que en un corrillo se rían del chascarrillo, lo comenten y, si anda mi madre por ahí, alguien meta un poco el dedo en el ojo, “¡cómo es este hijo tuyo!”.  “¿Qué quieres que haga -retóricamente preguntará mi madre como antaño tantas veces tuvo que hacerlo cuando alguien le venía con la copla de  mi última travesura-, que lo mate? 

Si el Pucela ganase cada domingo, ¿qué alegría sería esa? Sin embargo, ganando así, con la misma frecuencia con la que cuadra que el mismo día me afeite, me corte el pelo y estrene zapatos, la sensación se transmite, se cuenta en derredor. “¡‘Pucela’, qué bien que has ganado!, ¿tanto te costaría ganar siempre como lo has hecho hoy?”. Y Sergio, erigido en portavoz, también lleva la respuesta preparada. “Si ganásemos siempre, nunca seríamos felices, sin embargo, míranos ahora”. 

A partir de esa alegría, la que se obtiene de haber alcanzado casi con seguridad el objetivo marcado, podremos debatir sobre lo que queramos, especular con el resultado de que el Valladolid hubiera ofrecido un juego más atractivo -un entretenimiento estéril ya que, al no existir la posibilidad de adentrarnos en una realidad paralela, es imposible saber si nos hubiera ido mejor, igual o estaríamos ahora lamentándonos como el Mallorca o el Leganés, lo del Espanyol es otra cosa-, no cabe más que felicitarnos y reconocer el mérito de la plantilla y el equipo técnico. 

Y no puede haber una foto más adecuada. Sergio, ya digo, como imagen, como referente. A su lado, no tan feliz, no sé qué andaría rumiando, Kiko Olivas. Lo que son las cosas. Hace poco más de dos años nos parecía un defensa vulgar. Con Sampedro al frente, estuvo demasiado expuesto, se veía obligado a salir a las bandas, a defender cuerpo a cuerpo y en velocidad. No era lo suyo. El ecosistema de Sergio, sin embargo, le viene de perillas. Hoy nos parece una joya. A su lado han crecido Calero y Salisu. Si nada se tuerce, Javi Sánchez, la próxima temporad,a será su tercer discípulo. 

Justo detrás, Masip. De él está casi todo dicho. Con virtudes y defectos ya conocidos, lleva tres temporadas siendo esencial en el equipo. Pero dado que el artículo empezó con la imagen, con la apariencia, cabe decir que me preocupan esas ojeras y esa delgadez. Cada vez que le veo me acuerdo de la versión de ‘Los Pichas’ del ‘Whith or whithout you’ de U2, tanto por la letra original, “y te entregas por completo, te entregas, te entregas”, como por la parodia versionada de los rondilleros en la que ironizan con la delgadez de Bruce Lee: “Y el chaval necesita comer, y el chaval necesita beber, va a querer churrasco. […] Las costillas se le dejan ver, necesita engordar, necesita engordar. Dale un churrasco”. Para próximas actuaciones, Javier Carballo y su banda podrán cambiar el nombre del maestro de las artes marciales por el de un portero que ya es de los nuestros de toda la vida. 

Publicado en "El Norte de Castilla" el 06-07-2020


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