Se han abierto las urnas, se han contado los
votos y todos han ganado. Pero en Valladolid eso es mentira. Un 44 y pico por
ciento de los votos han sido más que suficientes para que Javier León siga
ejerciendo de rey en esta selva de intereses especulativos en que se está
convirtiendo Valladolid. El aumento de concejales del PSOE les produce la misma
alegría que a un enfermo coronario la noticia de que le han extirpado con bien
un uñero. Izquierda Unida tiene que sentarse
y pensar lo que quiere ser. Trabajar no les ha sido suficiente y la excusa de
sus escasos medios... sí, pero son los medios de siempre.
La ciudad seguirá
engordando a lo ancho y a lo largo sin criterio, la política cultural
permanecerá anquilosada entre los muros de cuatro pomposos museos y la social
al albur de las posibilidades de entidades privadas. Nuestra imagen será la de
un alcalde tosco y tan sincero que en campaña ya nos alertó: el gobierno
central invertirá dinero en Valladolid sólo si gobernamos sus correligionarios.
Al fin es lo que hemos votado. Cuatro años más de fanfarria e inauguración.
Mañana se renueva
un sueño de cambio, hoy, mientras, releo a Neruda: “Puedo escribir los versos
más tristes esta noche, pensar que no la tengo, sentir que la he perdido”.
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