Apelamos demasiado al sentido
común como si este fuese una ciencia exacta o una fuente neutra de
conocimiento, como si su uso nos permitiera descifrar los enigmas de la vida
diaria. Voltaire afirmaba que el sentido común no es nada común. Para nuestra
desgracia no cabe afirmación más falsa ya que, por una parte, no se le puede definir como sentido y por la otra, sí es demasiado común. En esta
segunda aseveración radica buena parte de su inmerecido prestigio: (casi) todo el
mundo tiende a creer que son el resto quienes carecen de esta ‘cualidad’.
Ocurre como con la inteligencia, debe de estar bien repartida porque nadie se
queja de la suya.
Lo que llamamos sentido común ha
crecido alimentándose de creencias que parecen evidentes. Es, en el mejor de
los casos, un manual de supervivencia, en el peor, un refugio para los cobardes,
la coartada para autoimponerse pautas de comportamiento dócil. Sirve para
sobrevivir, pero en modo alguno para cuestionar los paradigmas de cada modelo
social. Por sentido común la Tierra es plana, Copérnico o Galileo supieron las
consecuencias de rebatirlo. La Ilustración, a pesar de la cita de Voltaire
antes referida, tuvo que abrirse paso frente al sentido común de la época.
Sirve, también, para homogeneizar actitudes, para frenar el ímpetu de los disidentes,
para ridiculizar públicamente las maneras diferentes de entender el mundo. Alquilar
una vivienda es de imbéciles, lo suyo es comprar, los pisos nunca bajan de
precio, ya lo sabemos, puro sentido común.
Que un lateral izquierdo juegue
de extremo puede ser válido como recurso defensivo, pero hasta ahí. Que un
lateral izquierdo juegue en el extremo derecho es, además, una excentricidad.
Que un entrenador planee ambas cosas a la vez es, sin género de dudas, una ida
de olla. Algo de eso dijimos aquí y me incluyo en ese dijimos. Pero la cosa
funciona y funciona en la dirección contraria a la presupuesta: Mojica y
Bergdich, los supuestos defensas, se han convertido en dinamita. El mérito entero
para Rubi que, viendo lo que todos, ha sabido mirar más allá. Probablemente
esta decisión no hubiera tenido el mismo resultado hace unos años,
probablemente esta propuesta sería inútil en Primera, pero estamos aquí y
ahora, en una categoría que se ha ido devaluando progresivamente por mor de la
crisis (si los mejores de aquí van a jugar fuera, si los mejores de fuera ya no
vienen aquí, la Primera se llena de huecos que se cubren incorporando jugadores
que antaño estarían en Segunda y así sucesivamente). Esa merma de calidad había
sido ya diagnosticada por muchos analistas, pero solo Rubi se ha atrevido a
proponer una ‘locura’ y así convertir la fuerza, el vigor y la velocidad de
esta extraña pareja en argumentos decisivos. El uso del sentido común evita
críticas de la masa, enfrentarse a él nos permite avanzar a todos y se lo
debemos a unos pocos.
Publicado en "El Norte de Castilla" el 27-10-2014
Entonces los que están pagando una vivienda sobrevalorada tambien serían imbeciles según determinado sentido común. Y los desahuciados. Lo que es de sentido común es no tener que pagar por tu vivienda. Paradojicamente los que se embarcan en la compra de un piso aspiran a largo plazo a eso mismo: a dejar de pagar algún día.
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