lunes, 22 de enero de 2024

SI LO DICEN LOS PATRONES...

Disimulando su desolación, acariciando un pasado repleto de deseos que no podrán ser, Jon, sentado en el asiento del conductor, espera a que su amigo David retorne del 24 horas de una gasolinera una vez completada la compra que les encargó Andrea, la novia de David, la que antaño fuera novia suya. El sonido de unas balas le devuelve al presente, acude a la tienda y se topa con el cuerpo malherido de su amigo. Comienza así, 'El aviso', película de 2018 dirigida por Daniel Calparsoro cuya trama discurre, a partir de este manantial, por los delirios de un Jon –Raúl Arévalo– al que el incidente, combinado con la dejación en la toma de la Risperidona prescrita para el tratamiento de la esquizofrenia que padece, le provoca un brote psicótico.

El hombre, obsesionado por los números, descubre que años atrás, en la misma fecha, en el mismo sitio, se produjo otro asesinato. Indagando, se topa con un tercer crimen, con un cuarto, también acontecidos un doce de abril, también en el mismo punto aunque, por aquellos entonces, no estuviera ocupado por la actual gasolinera. Demasiada casualidad para una cabeza que, instalada en su desvarío o quizá su lucidez, no se detiene. Así, se topa con nuevos patrones recurrente relacionado con el número de personas presentes, con la edad de estas y su ilación con el número de años transcurridos entre cada asesinato y su precedente. Agitados todos estos ingredientes en la coctelera, resulta un combinado que concluye con la fecha y el nombre de la potencial víctima del crimen avalado por la fatalidad matemática: un doce de abril de 10 años después, justo en el mismo lugar, un niño de diez años habría de morir asesinado. Al menos, prosigue el delirio, si el propio Jon no logra quebrar el círculo maldito. Escribe una nota que espera llegue al destinatario amenazado, unas letras que, pretendiendo alertar ejerciendo de aviso, resuenan para quien las lee como una amenaza.

Habrá que enterarse si el Pucela ha recibido una carta, un aviso, que, en este caso, anunciaría una escalada de felicidad que comenzaría desde la próxima jornada y subiría hasta el pico de cinco jornadas. Al principio de esta temporada, el Pucela encadenó tres derrotas consecutivas, tres partidos, uno tras de otro, en los que fue incapaz de anotar un solo tanto. En el cuarto, el rival fue el Elche, y el Real Valladolid consiguió, siquiera parcialmente, detener la sangría de puntos al lograr un empate. Desde entonces, cierto que con algo de fortuna en más de un caso, engarzó cinco triunfos consecutivos.

Pasadas unas semanas, el Pucela enlazó tres derrotas sucesivas. No batió la portería rival en ninguno de esos partidos. En el cuarto, el Elche se presentaba como rival, ¿el resultado?, efectivamente, un empate. Mi cabeza, como la de Jon, no se detiene, mi delirio agita el combinado, los patrones se expresan con rotunda sinceridad: en los próximos cinco partidos los blanquivioleta recolectarán quince ricos puntos. Y eso será por más que Pezzolano insista en sus componendas alineacionales que, para tapar vacíos de la plantilla, sitúan a jugadores deshabituados a la zona requerida, a la labor exigida.


Publicado en "El Norte de Castilla" el 22-01-2024

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