El ruido del coche
le despertó. Pedro estaba ese fin de semana en su pueblo que distaba apenas
veinte km de Rioseco. Sorprendido miró el reloj y vio que aún no eran ni las
diez de la mañana. Salió al pasillo y le vio entrar en casa. Pensó que algo
había pasado porque no era habitual que su padre, rozando ya los setenta,
cogiera el coche si no había una razón de peso que le obligase. Esa mala
sensación se borró al instante -justo al observar la sonrisa de la cara de su
padre- y eso que, cuando pasó por delante de Pedro, ni se percató de su presencia. El hombre
entró en la cocina buscando a su nieto, el hijo de Pedro, que merodeaba por
allí. Cuando le vio le dio algo que Pedro no pudo ver. La criatura lo cogió y
se colgó del cuello de su abuelo dándole las gracias en forma de besos. Pedro
se acercó a su padre y le preguntó que de dónde venía. Este le responde que vuelve
de Rioseco de comprar Nesquik para que
el niño desayunase. Pedro flipa, nunca imaginó que pudiera hacer ese viaje por
nada: “ Anda que…¿no podría haber bebido por un día la leche sola?”. Poco
después fue él mismo el que desayunó, abrió el cajón y vio, para mayor
sorpresa, un bote de Cola Cao. Busca a su padre y le dice: “Si había Cola Cao”.
El hombre sonríe de nuevo, busca la complicidad de su nieto pasando su brazo
por encima del hombro y responde: “Ya, pero mi niño quería Nesquik”. Y se fue
de la escena tan feliz.
El abuelo, a su edad, ya había descubierto lo importante. Cuando era solo padre estaba pendiente de tantas cosas, eran tantas las necesidades que imponía nuestra forma de vida, que la infancia de su hijo se le fue de las manos. El nieto es, al fin y a la postre, la segunda oportunidad que ofrece la vida, una forma de resarcirse de lo perdido antaño. Lo esencial, dice el Principito, es invisible a los ojos. Nosotros hemos creado (o heredado) un modelo social que marca el triunfo en el sentido inverso, que obliga a lo contrario para sobrevivir. Los abuelos nos explican que con menos mejor repartido y un beso vivimos mejor.
El abuelo, a su edad, ya había descubierto lo importante. Cuando era solo padre estaba pendiente de tantas cosas, eran tantas las necesidades que imponía nuestra forma de vida, que la infancia de su hijo se le fue de las manos. El nieto es, al fin y a la postre, la segunda oportunidad que ofrece la vida, una forma de resarcirse de lo perdido antaño. Lo esencial, dice el Principito, es invisible a los ojos. Nosotros hemos creado (o heredado) un modelo social que marca el triunfo en el sentido inverso, que obliga a lo contrario para sobrevivir. Los abuelos nos explican que con menos mejor repartido y un beso vivimos mejor.
Publicado en "El Norte de Castilla" el 27-02-2014
Que gran verdad y aun mas cuando pasas por un proceso de enfermedad. En mi caso yo era una trabajadora incansable ( casi patologica) y al pasar por el proceso de enfermedad uno de mis doctores me recomendo que tenia que cambiar el libreto de mi vida, y ahi es que los nietos llegaron a mi rescate. Ahora tengo tiempo para cuidarlos y apapacharme con ellos....es no tiene precio. Gracias por este escrito, resume muy bien el rol de los abuelos.
ResponderEliminarEs una gran verdad.........nos dedicamos a trabajar y no les dedicamos un tiempo valioso a nuestros hijos......que después tratamos de compensar con nuestros nietos...La paciencia y comprensión a nuestra edad , son suficientes valores para que los hijos se concientizen , cómo deben tratar a los pequeñines...Espero no estar equivocado. Gracias , excelente artículo, felicidades !!! desde COLOMBIA.
ResponderEliminarGRACIAS POR COMPARTIR Y PUES LA VIDA ME DIO ESA GRAN OPORTUNIDAD DE RESARCIR LO QUE OLVIDE Y DEJE DE LADO CON MIS 4 HIJOS, POR INMADUREZ, ESTRES FALTA DE TIEMPO... AHORA DOY GRACIAS A LA VIDA POR TAN GRAN ALEGRIA Y FELICIDAD!!! DESDE PALO NEGRO- ARAGUA-VENEZUELA.
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